El Qenya Lexicon, revisado

[Ésta es una versión levemente corregida de un artículo que apareció originalmente en Tyalië Tyelelliéva #14]

Tras varios retrasos, el contenido íntegro del legendario Qenya Lexicon [Léxico Qenya] fue publicado finalmente en Parma Eldalamberon #12 a principios del otoño de 1998; el QL forma pareja con el Gnomish Lexicon [Léxico Gnómico] publicado en Parma #11 en 1995. Antepuestas al Qenya Lexicon propiamente dicho, Parma también publicó 28 páginas de densas descripciones fonológicas, el material al que hace referencia Christopher Tolkien en CP1:302: "Existe sí, en el caso del qenya, cierta descripción fonológica primitiva, pero las alteraciones y sus sustituciones de que luego fue objeto la convirtieron en algo tan liado y frustrante (aunque el material era de cualquier forma extremadamente complejo) que no pude hacer uso de ella." Los editores han de ser probablemente alabados al presentar este material en un formato razonablemente inteligible. Sin embargo, en este artículo me concentraré exclusivamente en el Lexicon.

Originalmente escrito en 1915, el Qenyaqetsa o Qenya Lexicon documenta los inicios del desarrollo del alto élfico emprendido por Tolkien - un proceso que transcurriría a lo largo de décadas antes de que se alcanzara el quenya de SA, y en cierto sentido, un proceso sin fin antes de que se detuviese inevitablemente con la muerte de Tolkien. Organizado en "raíces", de forma parecida a las Etimologías, el Qenya Lexicon contiene algo más de 3.300 palabras qenya. (La estimación de los editores, "más de 2.500", es técnicamente correcta pero excesivamente conservadora.) Aun cuando uno de los editores realizó la singular aseveración que todos nosotros conocemos el contenido íntegro del Lexicon gracias a ellos, el hecho es que, claro está, una parte sustancial del Lexicon ya había sido publicaba en 1983-84: tomadas en conjunto, las palabras citadas por Christopher Tolkien en los apéndices de CP1 (págs. 304-334) y CP2 (págs. 421-441) hacen no menos de la quinta parte del total. (Ciertamente, en ocasiones los editores se ven en el apuro de indicar errores ocasionales en la transcripción de Christopher Tolkien; véanse las páginas 75, 79, 80, 90, 94, 95, 98, 99, 100, 101, 106.)

En base al muy sustancial y representativo extracto de los apéndices a CP1 y CP2, el lenguaje del Qenya Lexicon podría haber sido satisfactoriamente revisado ya hace quince años, y de hecho se realizaron algunas observaciones antes de que apareciera al fin el QL íntegro. Desde hace tiempo ha quedado claro que Tolkien, en sus inicios, imaginó un protolenguaje muy diferente; seis años atrás, Anthony Appleyard observó que muchas de las palabras qenya "quedaron invalidadas cuando desechó de su concepción lingüística el é[lfico] p[rimitivo] de LCP [El Libro de los Cuentos Perdidos] e inició las Etimologías con un e. p. completamente nuevo y con diferente fonología" (Vinyar Tengwar #30 pág. 7; el qenya de LCP y el del QL son, a todos los efectos, la misma lengua). De acuerdo con la política general de su grupo, Patrick Wynne respondió de la mejor manera que supo minimizando las revisiones sustanciales que sufrieron las ideas de Tolkien en el periodo desde 1915 y hasta que las Etim. fueron escritas, a mediados de los treinta. A pesar de que tenía razón al apuntar que bastantes raíces y morfemas siguieron siendo usadas en los conceptos más tardíos y maduros de Tolkien, esto no constituye ni mucho menos "una clara evidencia en contra de la afirmación, por parte de Anthony, de que Tolkien desechó la fonología y el sistema de raíces del QL y las reconstruyó a partir de cero en las Etimologías", tal y como a Wynne le hubiese gustado: Appleyard difícilmente quería decir que no hubo ninguna continuidad en la evolución del élfico ideada por Tolkien, sino que simplemente hizo la observación bastante obvia que el "qenya" y el quenya no pertenecen a la misma familia lingüística, diacrónicamente hablando.

El protolenguaje ideado en los léxicos primitivos parece fuertemente inspirado en las reconstrucciones propuestas para el protoindoeuropeo; en particular, uno queda impresionado por el gran número de consonantes silábicas. A finales de los treinta, cuando se escribieron las Etimologías, Tolkien había alcanzado una nueva visión del élfico primitivo, como se pone de manifiesto tanto por las raíces en sí como por las palabras "reconstruidas" citadas como el origen de palabras en las diferentes lenguas élficas posteriores. Este nuevo protolenguaje, sin duda más original (y por tanto más atractivo, artísticamente hablando) que los experimentos anteriores, es la base del quenya y el sindarin que conocemos a partir de las mundialmente famosas historias de Tolkien. Dado que el aspecto diacrónico era muy importante para Tolkien - en CP:395 su hijo apunta que él imaginaba el lenguaje "como una evolución en el tiempo" - uno puede afirmar que la similitud entre el "qenya" del Lexicon y el quenya de SA es única y exclusivamente superficial.

Hablando sobre la construcción de palabras individuales realizada por su padre, Christopher Tolkien dice que "en algunos casos parece claro que la palabra estaba «allí», por así decir, aunque su etimología permanecía por cierto sin definir todavía, y no viceversa" (CP1:302). El mismo principio se puede aplicar a la totalidad del lenguaje. El estilo general del q(u)enya estaba «allí» desde un principio; Tolkien sabía a grandes rasgos cómo quería que fuese el sabor de este lenguaje, y nunca descartó muchas de las palabras que aparecieron originalmente en el primer Lexicon de 1915. Pero la historia diacrónica "permanecía sin definir todavía". Veinte años de experimentación llevarían al desarrollo de un sistema satisfactorio. Sólo al escribir las Etimologías, Tolkien tuvo aparentemente la sensación de estar más o menos en lo correcto; la prueba es que, durante el resto de su vida, se mantuvo fuertemente apegado a las ideas que allí manifestó.

Dadas las revisiones extensivas de la historia diacrónica, no es sorprendente advertir que la etimología precisa de palabras concretas sufriera ciertos cambios, aunque la palabra como tal se mantuviera. Serán suficientes dos ejemplos: 1) En la concepción tardía de Tolkien, la palabra Vala básicamente hacía referencia a un "Poder". Indicios de esto ya se encuentran en las Etimologías, en las cuales la raíz BEL "fuerte" se compara tentativamente con BAL (CP:407), y Vala se glosa como "Poder" y también como "Dios" (CP:405). En nuestra fuente tardía más notable, Tolkien hace referencia explícita a la etimología como "poder" (GJ:470). Pero en el concepto primigenio, tal y como está registrado en el Qenya Lexicon, los Valar eran "El pueblo feliz", estando su nombre relacionado con palabras como valin "feliz" y vald- "felicidad" (pág. 99). Más tarde, no hay indicio alguno de que un Vala fuera etimológicamente "alguien feliz". 2) En las Etimologías, la palabra quenya para "libro" (parma) se deriva de una raíz PAR "componer, poner juntos", identificando un libro como una "cosa que se ha compuesto", refiriéndose evidentemente a los esfuerzos del autor. La palabra parma ya aparecía en el QL, pág. 72, pero aquí significaba en esencia "piel, corteza" y de aquí "pergamino" - siendo "libros, escritos" sólo significados secundarios o poéticos. No existe todavía ningún atisbo de conexión con una palabra para "componer"; de hecho ninguna palabra con tal significado aparece en el QL.

Para una persona interesada en escribir en quenya de SA, estudiar el Qenya Lexicon es algo frustrante. Hay un sentimiento de "bien, ¿qué se supone que hemos de pensar de esto?" Aquí tenemos un vocabulario considerable, que en ocasiones suple las carencias del vocabulario quenya conocido que durante tanto tiempo nos han exasperado, y aun así no estamos seguros de usar estas palabras en el quenya de SA. ¿Tienen un sitio en él, o estaremos desliendo las formas más maduras del quenya de Tolkien con elementos extraños? No puede ignorarse la actitud desdeñosa de un Tolkien anciano con respecto a las fases más tempranas del "qenya": lo llamó "muy primitivo" (PTM:433). Así pues, sostener que los léxicos primitivos son la panacea reflejaría más bien una mal entendida lealtad hacia Tolkien. Aquellos que quieran desarrollar una forma de quenya útil y compatible con SA, tendrán que aproximarse al Qenya Lexicon con precaución. Mezclar sin sentido "qenya" y quenya produciría un lenguaje híbrido que no representa correctamente las intenciones de Tolkien en ninguna de las fases por las que su concepción transcurrió a lo largo de las décadas. Para proteger la integridad del sistema posterior de Tolkien debemos asegurarnos en cada caso que una palabra tomada del Lexicon se adecua a la estructura fonológica, morfológica y gramatical del quenya de SA. Si no es así, o debemos ignorar la palabra "qenya" o alterarla sutilmente para que se adecue. También debemos estar seguros que la palabra "qenya" en cuestión no entra en conflicto con palabras posteriores. Algunos ejemplos pueden ser útiles.

Cuando nelde en el Qenya Lexicon (pág. 65) es la palabra para "cuatro", pero la misma palabra reaparece con el significado "tres" en el quenya posterior (CP:434 s.v. NEL), debemos optar obviamente por el último significado e ignorar el QL. Otros casos son más complejos. Una palabra como rakta- "estirar" (pág. 78) no puede emplearse en el quenya de SA en esta forma, ya que el quenya, al contrario del "qenya", no tiene el grupo consonántico kt. En cierto momento después de escribir el QL, Tolkien decidió que de hecho kt se convirtiese en ht en quenya; por eso una palabra como ektele "fuente" (pág. 35) reaparece como ehtele en las Etimologías (CP:420 s.v. KEL). A la luz de este ejemplo, deberíamos alterar rakta- "estirar" a *rahta- si fuésemos a emplearla en quenya de SA. (Otras características de la fonología "qenya" que fueron rechazadas más tarde son que el "qenya", a diferencia del quenya, permite la existencia de una k final, como en auk "bobo", o que el "qenya" posee lo que son claramente consonantes silábicas finales, como la l en findl "mechón de pelo". - Págs. 33, 38.)

Por otra parte, una palabra como vára "otro" (pág. 100) debe rechazarse a pesar de que se adecua a la fonología del quenya posterior: habría llenado un vacío en nuestro vocabulario, pero desafortunadamente entra en conflicto con la posterior vára "manchado, sucio" (CP:458). Otras palabras pueden ser ignoradas con facilidad, dado que tenemos palabras posteriores para designar la misma cosa: para la conjunción "y", el Lexicon (pág. 104) contiene ya, pero ar está bien certificada en el quenya posterior (y ya se convirtió después en el pronombre relativo "que, cual" - al parecer ya así en la frase "Ártica" en Las Cartas de Papá Noel). Al rechazar inevitablemente algunas palabras, nos queda la cuestión de si realmente entonces podemos aceptar palabras relacionadas. No tenemos una palabra tardía para la conjunción "o" (ante tal desesperación, ha habido gente que ha intentado reconstruir una a partir del sindarin egor, llegando a sugerencias como *ecar; una reconstrucción más plausible podría ser *ercë). Pero el Qenya Lexicon nos proporciona var para "o" (pág. 100). Asimismo, los escritores han echado en falta una palabra para "también"; el QL tiene yando (pág. 104). Las palabras var y yando se emplean a menudo en la lista de correo Quenya, donde intentamos (¡y con bastante éxito!) mantener conversaciones en quenya. Yo mismo las he empleado. Pero los lectores atentos se habrán percatado en las referencias a las páginas del QL: var "o" pertenece al mismo grupo de palabras que vára "otro", y yando "también" se da justo debajo de ya "y". Rechazando, tal y como hacemos, ya y vára como palabras válidas en quenya de SA, ¿podemos estar seguros de aceptar las palabras relacionadas yando y var sólo porque llenan vacíos de nuestro vocabulario y porque la forma de estas palabras como tal no entra en conflicto con palabras posteriores? (Con toda probabilidad, en escritos posteriores y aún no publicados se encuentran palabras muy diferentes para "también" y "o" - quizás una palabra para "también" relacionada con ar como la palabra para "y", y una palabra para "o" que sea el equivalente al sindarin egor.) No hay respuestas fáciles a esas preguntas, únicamente podemos esperar que material más próximo al periodo de SA sea publicado en el futuro.

Afortunadamente, el QL también proporciona palabras útiles que se adecuan al quenya posterior sin entrar en conflicto con palabras posteriores, e.g. net- pas. nente como la palabra para "conseguir" (pág. 66). Debería también notarse que el Lexicon contiene algunas palabras que no se encuentran en las Etimologías de mediados de los treinta, pero que reaparecen en escritos posteriores, indicando que de hecho nunca abandonaron la mente de Tolkien. Un ejemplo es koirea "viviente, vivo" (pág. 48); el siguiente testimonio de esta palabra es un documento que fue escrito más de medio siglo después: en uno de sus ensayos, un Tolkien más anciano empleó la frase coirëa quenya, "lengua viva" (PTM:457). Esto es en cierto modo alentador para los estudiosos que se preguntan si palabras del Lexicon - encontradas en él pero no en fuentes posteriores tales como las Etimologías - pueden ser o no aún aceptadas como válidas en el quenya de SA.

Habiendo leído hasta este punto, el lector habrá deducido acertadamente que este estudiante está más interesado en el quenya como una lengua real y potencialmente usable, y que otorgo más consideración a los aspectos prácticos para el establecimiento de un estándar compatible con SA. Pero si nos detenemos en nuestro intento de adaptar el lenguaje del Lexicon al quenya posterior y examinamos el QL desde un punto de vista más académico, ¿qué aprendemos sobre el joven Tolkien y su mundo interno y externo - por no hablar de su mundo inventado?

Varias palabras son ciertamente sorprendentes, y difícilmente pueden adecuarse al mundo de la Tierra Media (aunque no hay duda de que Tolkien ya había decido que ese era el escenario al que el qenya "pertenecía" desde el principio). Se proporcionan nombres qenya para diversas naciones y regiones del mundo primario: Warwickshire, Inglaterra, Irlanda, Alemania, Noruega/Escandinavia, Oxford (págs. 29, 42, 43, 44, 74, 89). Un buen número de palabras reflejan las creencias religiosas de Tolkien. La palabra Atar "padre", también conocida del quenya de SA, ya existía - pero en el QL, una nota especifica: "Usualmente para la 1a Persona de la Santísima Trinidad" (pág. 33). La palabra Ion (compárese yondo "hijo") aquí se define como un "nombre místico de Dios", la "2a Persona de la Santísima Trinidad" (pág. 43). En lo que se refiere a la Trinidad, esto deja únicamente el Espíritu Santo, del cual se dice que la palabra "Fuego" es un "nombre místico" (pág. 81). Se pueden encontrar otras palabras con referencia específicamente cristiana: en la página 36 tenemos evandl "misionero cristiano" y evandilyon "evangelio" (¿una adaptación qenya del Nuevo Testamento en griego euangelion?), e incluso aparece una palabra para "crucifixión" o "crucifijo" (anatarwesta, págs. 31, 89). Hasta una persona que desconociese la religión de Tolkien podría haber deducido que se trataba del catolicismo cuando el autor incluye cuidadosamente palabras para "santo" (masc. aimo, fem. aire), "monje" (anustar o anuon), "monja" (qinde o qinne), "monasterio" (anusta) y "convento" (qindesta) (págs. 34, 31, 77).

De fondo, también oímos los cañones de la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra ya había causado estragos durante un año cuando Tolkien, un soldado por aquella época, escribió el Lexicon. En la pág. 94, encontramos la onomatopeya tompo-tompo, glosada ominosamente como "ruido de tambores (o cañones)". Patakatapaka (o pataktatapakta) se define simplemente como "rat-a-tat" (pág. 72), pero no hay duda de que estamos oyendo el sonido de las ametralladoras. Evidentemente, el joven Tolkien no tenía en gran estima al enemigo. El siguiente grupo de palabras (pág. 44) es testimonio de ello:

kalimbo (o)  un salvaje, hombre no civilizado, bárbaro. - gigante, monstruo, troll.
kalimban (n-)  "Barbaria", Alemania.
kalimbardi  los alemanes.
kalimbarie  barbarie.

Pero dejando de lado las influencias de nuestro mundo, ya se empieza a vislumbrar bastante del mundo inventado. Muchos nombres conocidos, y que nunca cambiaron durante la larga vida de Tolkien, ya se encuentran presentes: Manwë y Varda, Aulë y Yavanna, Ulmo, Túrin Turambar, Valinor, Tol Eressëa y muchos otros. También se encuentra el título de Dios, Ilúvatar (pág. 42), pero aquí interpretado "Padre Celestial", no como el posterior "Padre de Todo". En el QL, el "nombre" divino se da como Enu, en sonido claramente el predecesor del posterior Eru, aunque el significado parece ser *"Creador" antes que "El Único": da a entenderse que Enu está relacionado con un verbo enye "idear, concebir"; véase pág. 35. Es interesante advertir que, en la página siguiente, encontramos la raíz ERE "permanecer solo", así que los ingredientes para el nombre posterior Eru "El Único" ya existían. Parece que Tolkien pretendió en un principio que Noldo significase "goblin, trasgo", pero el significado clásico de la palabra surgió rápidamente (pág. 67). Estos extraños cambios en la concepción de Tolkien no sorprenden al investigador serio de sus lenguajes; compárese la primera entrada en las Etimologías, que muestra que Tolkien primero vislumbró Avari como el nombre de los Elfos que fueron a Valinor, para luego cambiar de idea 180 grados y en su lugar hacer que fuera el nombre de aquellos que rechazaron la llamada de los Valar (CP:403).

Sin embargo, también existen vestigios de conceptos más primitivos, como la idea de los Elfos o "hadas" como pequeñas y bellas criaturas que habitan en las flores; Ailinóne es el nombre de "un hada que moraba en un lirio de un estanque", mientras que Tetille es "un hada que vivía en una amapola" (págs. 29, 92). Esto parece reflejar precisamente la misma creencia popular de "Elfos" como idea infantil de la cual Tolkien hizo mofa más tarde (¡en SA, Apéndice F, se lamenta del hecho que la palabra Elfos "ahora sugiere fantasías ya bonitas o tontas, que tanto difieren de los Quendi de antaño como las mariposas de los rápidos halcones - por supuesto, ninguno de los Quendi tuvo nunca alas"!)

Volviendo de nuevo nuestra atención sobre el lenguaje en sí, podemos preguntarnos si el Lexicon proporciona un registro razonablemente completo de este lenguaje. Después de todo, en él se nos proporcionan más de tres mil palabras, que superan en número las palabras conocidas en quenya posterior (alrededor de 2.200). Así pues, ¿podemos ahora expresarnos con relativa fluidez en "qenya", o al menos tan bien como podemos hacerlo en quenya de SA? La respuesta a esto tiene que ser no. Lo que tenemos es un gran montón de palabras aisladas, pero muy poca información sobre cómo declinarlas o combinarlas en un texto real. La única frase real apenas citada se encuentra en la página 73, perilme metto aimaktur perperienta, "ciertamente nosotros padecemos, pero los mártires también padecieron y hasta el final". Para observar un texto "qenya" destacable, más o menos contemporáneo al Lexicon, debemos remitirnos al poema Narqelion; con la ayuda del QL, Christopher Gilson fue capaz de interpretar de forma verosímil este poema tan temprano (constituyendo el contenido principal de Vinyar Tengwar #40).

Con respecto a la poca gramática que puede inferirse del Lexicon, la información es contradictoria en ciertos aspectos. Un ejemplo clásico tiene que ver con las terminaciones pronominales -r y -n. El grupo enin (o emin), emil, emir de la página 35 se glosa "yo (etc.) soy llamado". El "etc." que sigue al pronombre "yo" parecería indicar que las otras formas se traducirían con otros pronombres, así que si emin o la forma asimilada enin = "yo soy llamado", emil es posiblemente la 2a persona *"tú eres llamado", mientras que emir sería la 3a persona *"él es llamado" (tal vez cubriendo también "ella es llamada"). Por tanto las terminaciones pronominales parecerían ser -n = "yo" (como también lo es en quenya de SA), -l "tú" (cf. el quenya posterior -lyë y la breve terminación -l mencionada en GJ:424) y -r "él" (compárese -ro en antaváro "él dará" en CP:76). Existen numerosos ejemplos aparte de enin que indican que -n es la terminación de 1a persona, tales como aqin "yo agarro", elin "yo impulso", fengin "yo corto", hatin "yo arrojo", hotin "yo estornudo", iltin "yo hiero", iqin "yo imploro", kakin "yo río", kapin "yo salto" (págs. 31, 35, 38, 39, 41, 42, 43, 44, 45). Pero en una sección del Lexicon, las glosas proporcionadas parecen indicar que no es -n, sino -r la terminación que significa "yo"; tenemos por ejemplo mokir "yo odio" o wastar "yo habito" (págs. 62, 102). La terminación -n se reasigna de repente a la tercera persona y se traduce "él" o "ello" (e.g. avin "él parte", hilkin "ello congela", usin "él escapa", vildin "ello importa", vilkin "ello corta" - págs. 33, 39, 98, 102, 101). Este extraño cambio de papeles entre las terminaciones de la primera y tercera persona se da casi exclusivamente hacia el final del Lexicon, así que no hay motivo para dudar que esta es de hecho una revisión emprendida mientras se escribía el QL, dejando el documento en contradicción interna dado que Tolkien sólo volvió atrás esporádicamente para cambiar lo que ya había escrito con anterioridad. A pesar de que Christopher Gilson intentó argumentar en la lista TolkLang que las terminaciones -n "yo/él" y -r "él/yo" podrían haber coexistido en la misma variante de "qenya", el consenso parece ser que mantener dicha postura requiere teorías tan elaboradas que éstas son, con claridad, excesivamente forzadas. En quenya posterior, -n es de nuevo y en cualquier caso la terminación de 1a persona; nótese que aun cuando tanto el Lexicon como las Etimologías listan el verbo negativo umin (QL:98, CP:456), se cambió el significado de "ello no (lo hace)" en el QL a "yo no (lo hago)" en Etim.

En un sólo punto el Qenya Lexicon proporciona información extensa sobre cierto aspecto gramatical: la formación del tiempo pasado de los verbos. En más de 300 casos se cita el tiempo pasado junto a la forma más básica del verbo. Encontramos todos las clases con las que estamos familiarizados en el quenya posterior, tales como tiempos pasados formados con la terminación -ne (e.g. sesta- "comparar", pas. sestane), con infijación nasal (e.g. kap- "saltar", pas. kampe) o por alargamiento de la vocal de raíz y adición de -e (e.g. mel- "amar", pas. méle; véanse págs. 82, 45, 60). Pero también hay un gran número de formaciones exóticas, tales como la transformación de la terminación -ya en -sine o -tine en el tiempo pasado (e.g. mauya- "llorar", pas. mausine; panya- "disponer", pas. pantine, págs. 60, 72), o incluso tiempos pasados que conllevan cambios de vocales internas (como milk- "tener, guardar, poseer", pas. malke, o tump- "construir", pas. tampe - págs. 62, 93). Los tiempos pasados "qenya" deberían ser sujetos a un estudio exhaustivo. Cierto, parte de la información proporcionada se aplica clara y únicamente al "qenya", presuponiendo su propia evolución fonológica particular; por ejemplo, los cambios vocálicos en el tiempo pasado se dan cuando tenemos raíces que contienen consonantes silábicas - las formas milk- > malke y tump- > tampe provienen de las raíces MLKL y TMPM. En cambio, dichas raíces no son válidas en la visión posterior que Tolkien tuvo del élfico primitivo, así que en el quenya posterior, cambios como milk- > pas. malke tampoco serían posibles (no existe nada paralelo a esto en las Etimologías). Pero en algunos casos, el Qenya Lexicon puede proporcionar pistas a ciertos misterios del élfico posterior de Tolkien. Por ejemplo, el linnod en sindarin de Gilraen en SA, Apéndice A, presenta onen para "yo di". Se asume que esta forma es la primera persona del pasado del verbo "noldorin"/sindarin anno "dar", citado en CP:404 s.v. ANA1 como el equivalente del quenya anta-. ¿Pero cómo obtenemos, a partir de anno "dar", la forma onen "yo di"? El QL (pág. 31) asimismo enumera el verbo anta- "dar", una de las muchas palabras destinadas a sobrevivir en el quenya posterior, pero el QL también proporciona el tiempo pasado áne, una forma no citada en las Etimologías pero tampoco necesariamente en conflicto con esta fase del quenya - nótese que en las Etim, el verbo onta- "engendrar, crear" posee el tiempo pasado óne en lugar del más regular ontane (CP:437 s.v. ONO). Si, en la lengua ancestral común al quenya y al sindarin, el verbo anta- "dar" tenía el tiempo pasado áne, y de aquí *ánen- "yo di", sólo tenemos que aplicar los cambios fonéticos habituales para, a partir de la forma arcaica *ánen-, llegar a la forma sindarin onen - precisamente la forma que hallada en SA. A la luz de esto, los escritores pueden considerar áne como una alternativa perfectamente válida a *antane como el tiempo pasado del verbo anta- "dar", también en quenya de SA.

En resumen, ¿qué podemos decir? ¿Es el Qenya Lexicon una adquisición que valga la pena? Por supuesto, es del máximo interés si se desea estudiar en sí misma la construcción de los lenguajes realizada por Tolkien; destacando, el Qenya y el Gnomish Lexicon, como hitos cercanos al inicio de un largo camino. No obstante, encuentro lamentable que este material tan temprano aparezca cuando nuestro conocimiento de los lenguajes en sus manifestaciones más maduras aún está tan repleto de vacíos. Si ya conociésemos más extensamente las intenciones de Tolkien en el periodo de SA, podríamos haber disfrutado del Qenya Lexicon como lo que es: el primer bosquejo de un sistema de gran sutileza y belleza, que habría de ser refinado y embellecido en las décadas ulteriores. Pero en la actualidad, cuando los investigadores invierten con razón la mayoría de sus energías en la comprensión de las fases más maduras de los lenguajes, basándose en las escasas evidencias disponibles, lo que podrían haber sido interesantes estudios sobre el "qenya" por sí mismos, casi inevitablemente se ven supeditados a la misma inquietud imperante: "¿Es esta información válida para el quenya de SA?" Esperemos que tanto el Qenya como el Gnomish Lexicon no hayan sido completamente olvidados cuando los escritos tardíos de Tolkien sobre élfico estén finalmente disponibles para su estudio; uno teme que estos léxicos pasarán años acumulando polvo en más de una estantería antes de que por fin sean posibles amplios estudios comparativos de qenya vs. quenya.

Índice de Ardalambion