Sociolingüística Beleriándica

por Josu Gómez "Eleder"

Pretendo con este artículo aportar un nuevo enfoque a la discusión crítica interna del mundo de J. R. R. Tolkien; "discusión crítica", porque mi objetivo es un análisis de datos concretos que nos permita llegar a conclusiones más allá de los propios datos; "interna", porque lo hago "desde dentro" de la obra de Tolkien, aceptando, como se ha dicho en otros momentos, "sus reglas del juego", y asumiendo que la coherencia de sus numerosos escritos y su perspectiva de maestro filólogo me permitirán aplicar a su obra las leyes de la lingüística tal y como las conocemos; y por último, "nuevo enfoque" porque considero que la sociolingüística no ha sido uno de los puntos de vista más utilizados para analizar el mundo de Arda, a pesar de que determinados artículos del propio Tolkien concernían claramente a esa ciencia (en especial "Quendi and Eldar", en The War of the Jewels).

Puede definirse la sociolingüística como la ciencia que se ocupa de los lenguajes en relación a los pueblos que los hablan. Todo cambio lingüístico, y en especial los derivados del contacto de lenguas, ofrece información sobre las situaciones sociales que lo han propiciado. Cuando los únicos datos de que disponemos sobre determinada época, a excepción de algunas narraciones épicas o poesías, son de tipo lingüístico, lo que ocurre en gran medida respecto a los elfos, debemos intentar valernos de ellos para extraer conclusiones de tipo sociológico.

Sin embargo, he querido aprovechar este artículo para comunicar reflexiones que no se corresponden estrictamente con su título; toco algún asunto de lingüística, un poco de crítica textual, y algo de sociología; y, por otra parte, la inexactitud del título se completa al abarcar el trabajo más terreno que la propia Beleriand: discuto asuntos ocurridos en otras partes de Endor, así como en las Tierras Bendecidas. Por último, me ceñiré en exclusiva a las Edades de los Árboles y la Primera Edad del Sol; es posible que continúe en otro artículo estas divagaciones. Paso, pues, al estudio.

Revisión del mito de Cuiviénen

Para ilustrar las ideas de los elfos sobre su propio origen, Tolkien nos presenta el mito de la laguna de Cuiviénen (literalmente "agua del despertar"). En él se narra como Imin, Tata y Enel despiertan a la vida; de sus nombres se crearán luego los numerales "uno", "dos" y "tres" (en quenya "min", "atta" y "nel"). Sacaron del sueño a sus esposas y vivieron juntos un tiempo "inventando palabras". Mientras paseaban fueron encontrando grupos de elfos aún dormidos a los que despertaban e iban convirtiendo en sus seguidores. Imin escogió a los doce primeros que encontraron; Tata a los siguientes dieciocho y Enel a los siguientes veinticuatro. Imin, contrariado por ser el que menos compañeros tenía pese a ser el mayor, decide escoger el último la siguiente vez. Encuentran así a treinta y seis, que serán escogidos por Tata; y posteriormente a cuarenta y ocho, que pasarán a formar parte del grupo de Enel; y no encontrarán a nadie más, con lo que el grupo de Imin se convierte en el menos numeroso.

Es obvio, y así lo advierte el mismo Tolkien, que "La leyenda del despertar de los Eldar" es un "cuento de hadas o para niños, mezclado con el conocimiento tradicional de las cantidades", y aclara aún "en estilo e ideas". No pretende ser una crónica fehaciente de hechos históricos, sino una forma poética de cantar su origen y de explicar las diferencias entre los tres clanes. Sin embargo, parece que pueden extraerse de ella algunas conclusiones que nos ilustren la relación entre los elfos de este periodo primitivo.

Los tres primeros elfos nacen independientemente, aunque con una pequeña diferencia temporal, que tendrá gran importancia; no sólo porque vale a Imin el derecho de "elegir primero", sino porque los clanes pasarán a llamarse a raíz de ese hecho "Minyar", "Tatyar" y "Nelyar" ("primeros", "segundos" y "terceros"). Desde el primer momento se marca la jerarquización entre estos grupos, que será aún más patente en adelante; los primeros, que serán llamados Vanyar, tendrán clara su superioridad con respecto al resto; y los segundos, posteriormente Noldor, verán a los Teleri como inferiores. Sin embargo, la posición de Imin parece que es simplemente la de un "primum inter pares"; no tiene poder sobre sus dos hermanos, que han nacido independientemente, pese a que ser el mayor sí le da cierta ascendencia. Será más patente el poder de estos tres sobre los elfos a los que despertarán, que son llamados en un principio "seguidores", prefigurando ya la socialización jerárquica de la sociedad élfica.

La formación de estos grupos es netamente ahistórica; "escojo a estos como mis compañeros" no puede tomarse como una descripción real de lo sucedido. Es más lógico suponer que de la convivencia alrededor de Cuiviénen (de 330 años solares) los elfos se fueron agrupando de una manera natural, siguiendo sus inclinaciones personales. De hecho, es muy posible que Imin, Tata y Enel sólo sean "construcciones míticas" o literarias, y no elfos históricos. De lo contrario, sería muy difícil explicar por qué no aparecen en ninguna de las narraciones de los tiempos de la separación y la marcha; si fueran los líderes naturales de los Clanes tendrían un lugar preferente incluso en Valinor, mientras que se sabe que los soberanos fueron Ingwe, Fingwe y Elwe (que comenzaron sólo como "embajadores ante los Valar"), sin que se tenga noticia de lucha alguna por el poder.

No se sabe quién compuso esta leyenda, pero puede inferirse que fue algún sabio noldo, por varias razones; por una parte, se sabe que fueron quienes más se interesaron por la investigación histórica; y por otra, puede descartarse una autoría vanya (Imin no queda precisamente bien en este mito; aparece como una persona codiciosa, y que por su codicia su grupo será el de menor tamaño) y quizás también teleri, por las referencias a que los últimos elfos en despertar, cuando fueron encontrados por sus compañeros "no habían inventado el habla, aunque cantaban dulcemente". Seguramente esto será una forma simbólica de expresar el amor de este clan a las canciones, y parece una visión desde fuera de su propio grupo.

La formación de los clanes

Los 330 años solares que pasaron en Cuiviénen bastaron a los elfos para diferenciarse en lo que después serían los Tres Grandes Clanes. Se sabe que convivieron 280 años solares en paz hasta ser encontrados por los espías de Morgoth, y que 50 años después trabaron contacto con Oromë. En este momento, los clanes ya estaban plenamente formados, de modo que cada uno de ellos mandó a un embajador a Valinor. Es difícil conjugar esto con la idea de que "los ciento cuarenta y cuatro Quendi vivieron largo tiempo junto al lago, hasta que al fin todos se pusieron de acuerdo y hablaron, y se sintieron complacidos"; ¿cómo pudieron formarse unas identidades tan diferenciadas en tan poco tiempo (en la medida élfica) si la convivencia entre todos ellos era tan estrecha?

Es necesario postular que los clanes vivieron separados durante estos años, aunque tuvieran contacto entre ellos; pese a la falta de datos que avalen esta hipótesis, hay indicios que, a mi entender, lo hacen casi necesario. Por una parte, se dice que cuando los exiliados se encontraron con elfos Avari, éstos afirmaron ser Tatyar; esto es, se mantenía su sentimiento de pertenencia a esta división. Está también recogido que la discusión previa a la Separación (entre la visita de Oromë y la Marcha mediaron casi 200 años solares) causó profundas heridas entre los elfos de cada clan que escogieron opciones distintas, lo que implica evidentemente que la unión anterior tenía que ser también estrecha; esto se dice explícitamente de los Nelyar. Pero hay un argumento lingüístico que apoya esta tesis.

Los Maestros de Tradición, en una lista de palabras Avari, dan la voz "penni" como equivalente del quenya "quendi". En ella se ha dado el cambio QU > P, que aparece en distintas palabras como representativo del Tercer Clan; así, "pet-" equivalente a "quet-" (raíz del verbo "hablar"), "panta" relacionado con "quant-" ("llenar"), y varias más. El hecho de que esta palabra aparezca en dialectos Avari se ha dado como prueba que significa que el cambio ya se había producido antes de la separación, o, si se admite la posibilidad de que se trate de un préstamo de los elfos del Valle del Anduin, en los primeros momentos de la marcha. Dado que para la formación de dialectos es necesario que exista una separación entre las comunidades, sea ésta de índole geográfica o social, parece necesario admitirla para al menos el Tercer Clan antes de la Separación. Pero observemos esto más en detalle.

Es muy poco lo que sabemos con certeza del vanyarin. Sus diferencias con la lengua de los noldor son muy escasas: tenían los sonidos "th" (que dio "s" en noldorin exílico: athar > asar "festival"), "z" (que se convirtió en "r"; Auzeldi > Aureldi), o el cluster "ndy" (que se simplificó en "ny" ya en noldorin de Aman; quendya > quenya). Como se ve, la diferencia entre ambos dialectos es simple: el noldorin fue algo más innovador (esto se afirma explícitamente en el Silmarillion: "(los Noldor) hablaban un lenguaje que no paraba de cambiar, porque sentían un gran amor por las palabras y siempre querían encontrar nombres más precisos para las cosas que conocían o imaginaban") y el vanyarin más arcaico.

Todo esto significa que no puede hablarse con propiedad de dialectos distintos para noldor y vanyar antes de la llegada a Aman. Lo mismo afirma Pengolod: "las diferencias entre ellos (dialectos vanyarin y noldorin) no aparecieron hasta después (de la Marcha), y antes del Exilio eran insignificantes". Puede pensarse, pues, que la relación entre estos dos clanes fue muy estrecha, al modo en que lo fue durante largo tiempo en Aman, hasta que los vanyar decidieron trasladarse a Taniquetil ("En Tirion, sobre Túna, los vanyar y los noldor vivieron largo tiempo como amigos (...). Con el paso de las edades, los vanyar (...) abandonaron la ciudad de Tirion, sobre Túna, y habitaron en adelante en la montaña de Manwë (...) y se separaron de los noldor").

Quizás el alejamiento del clan Teleri comenzara siendo geográfico; se dice que "antes de la Separación nunca se alejaron mucho del lago y la cascada de Cuiviénen", lo que significa que ya desde el principio pudieron morar distanciados del resto, lo que favorecería la formación de una variedad lingüística peculiar en su seno. Posteriormente, se sabe que noldor y vanyar caminaron juntos durante la gran marcha, mientras que el Tercer Clan se retrasaba constantemente; de ahí proviene su apelativo de Teleri = "rezagados". Hubiera o no grandes diferencias entre sus lenguajes durante los 500 años solares que permanecieron en Cuiviénen, está claro que se formaron durante los 250 años que duró la Marcha y, sobre todo, durante la larga Edad que permanecieron en Tol Eressëa (100 años valianos; prácticamente mil años solares), pues llegó a ser considerado un idioma propio (Lindalambë) y no un dialecto del quenya.

Así que el cuadro que se pinta en la laguna de Cuiviénen es éste: tres clanes diferenciados; mucha relación entre el primero y el segundo, que hizo que se mantuviera una lengua común, y alejamiento incluso geográfico del tercero, que dio lugar al germen de una variedad peculiar. Posteriormente se mantiene la relación entre los primeros y se acentúa la separación del tercero; las diferencias entre el primero y el segundo surgen más tarde, y nunca llegan a ser demasiado importantes.

Las lenguas de los Valar

Cuando los elfos llegaron a Aman se produjo el primer contacto de lenguas de la historia de Eä. El quenya de noldor y vanyar, evolucionado autónomamente desde el élfico común de Cuiviénen, se encontró con una lengua mucho más antigua, genéticamente independiente, y que había sido creada para el uso exclusivo de los Poderes incarnados cuando aún ni siquiera se tenía conciencia de cómo serían los hijos de Eru: el Valarin.

Los Valar no precisaban de ninguna lengua en tanto espíritus elevados que podían comunicarse con telepatía (también algunos Altos Elfos tenían determinadas cualidades relacionadas con la transmisión directa de pensamientos, aunque a un nivel, obviamente, muy inferior). Sin embargo crean el valarin, según sostiene Pengolodh, como una característica esencial de la incarnación, nacida de la relación entre el fëa y el hröa (espíritu y cuerpo); y también para entender mejor a los hijos de Eru que están por llegar.

La relación entre ambos idiomas, por ser el primer caso de contacto de lenguas que se da en la Historia, es de especial interés. En un principio podría pensarse en que surgiría una situación de diglosia, que es aquella en la que conviven una lengua prestigiosa y otra sin prestigio, y que produce inevitablemente, con el tiempo, el cambio de la primera por la segunda lengua. Pero esto no ocurrió, por varias razones. Por una parte, si bien es cierto que la lengua de los Valar era símbolo de una autoridad superior (se utilizaba en los grandes Concilios, por ejemplo), los elfos sentían otra clase de prestigio que les llevaba a mantener su propio idioma: era un signo de identidad y de orgullo como pueblo; consideraban que era mucho más bella y eufónica que el valarin, del cual Pengolodh llega a decir que "no era agradable"; ésta no era sencilla de aprender, y además no les resultaba útil excepto para satisfacer determinada inquietud lingüística: los Valar podían hablar quenya sin ningún problema, y así lo hacían. De hecho, este prestigio parece que llevó incluso a los propios Ainur a utilizar el quenya para su uso personal en determinadas circunstancias, por lo que las posibilidades de los elfos de escuchar Valarin eran muy reducidas. Todo esto hizo que el quenya se mantuviera como lengua común, aunque enriquecida con algunas aportaciones del valarin, por la vía de adaptaciones o traducciones literales, y mucho más frecuentes en el caso de los vanyar, seguramente desde que se trasladaron a Valinor.

Pero no fue el quenya la única vía de penetración de formas valarin a la Tierra Media. En la págian web Ardalambion se citan dos casos curiosos. El primero es la forma adunaica "inzil" ("flor"), que aparece en "Inzilbeth", y que deriva del valarin "inidil", "lirio". Es posible que se introdujera en la lengua humana por la gran relación que hubo entre las Tierras Bendecidas y Númenor; se apunta también la posibilidad de que fuera una forma del Khuzdul, dado que la lengua de los enanos era de origen Auliano, y por tanto pudo haber tenido una gran influencia en su origen del Valarin. Esto es bastante improbable, puesto que no sabemos de formas khuzdul atestadas que se reconozcan como derivados de la lengua de los Valar, y se sabe que el idioma de los enanos sufrió muy pocos cambios desde su nacimiento; hay que suponer que Aulë lo creó ex nihilo, sin tomar su propia lambë como ejemplo.

El segundo caso es bastante más claro, y lo debemos a Anthony Appelyard, uno de los máximos estudiosos de lenguas tolkianas en la actualidad. El nombre del "Anillo del Juicio" (lugar de los Concilios de los Valar) en quenya es "Mahalnaxar"; y se sabe que esta palabra proviene del valarin "Mâchananaskad", en la que se reconoce al menos un elemento "Mâchan-" referido al poder (como en "Mâchanumaz", "los Poderes", un título de los Aratar o Valar principales). Así queda aislada una forma de bastante interés: "anillo", "naskad" o "anaskad".

Es obvio que esta forma está emparentada con otro "anillo" mucho más conocido: el del poema en Lengua Negra que estaba inscrito en el Único; "nazg". Una coincidencia así no puede ser casual; hay que pensar, más bien, en que Sauron no se tomó la molestia de crear una lengua totalmente distinta para el uso de sus súbditos, sino que modificó la lengua que compartía con el resto de los Ainur de acuerdo a su gusto, además de tomar formas de otras lenguas (como el propio "uruk").

Hay otro elemento, no citado en Ardalambion, que podría ser adaptación del valarin. De la frase "agh burzum-ishi krimpatul", "y atarlos en las tinieblas", de la inscripción del Anillo, puede separarse la forma "burzum" con el significado de "tiniebla"; sabemos que "burz-" hace referencia a la oscuridad por Lugbúrz, "la Torre Oscura". En Ardalambion se da al sufijo "-um" la significación de abstracción, dando así "burzum" "oscuridad". Mi interpretación es que "-um" es un simple pluralizador; así, "burzum" no sería tanto "oscuridad" como "tinieblas" (y, de hecho, la traducción castellana sería en este caso algo más fiel que la inglesa al original). Esto nos permitiría unirlo al infijo -um-, también con significado de plural, que aparece en formas valarin como "Machânumaz", del que se sabe el singular "Machânaz".

El Sindarin y sus dialectos

Es sabido que durante la Marcha de los elfos hacia el Mar, la renuencia de los Teleri a dejar la Tierra Media hizo que varios grupos de esta rama abandonaran el trayecto y se establecieran por su cuenta, los que luego serían llamados silvanos a lo largo del Anduin y en las estribaciones de las Montañas Nubladas (de los que un grupo pasaría posteriormente a Ossiriand, que llamarían Lindon), los que fueron persuadidos por Ossë en el último momento para quedarse en las costas, llamados los Elfos de las Falas, y por último el pueblo de Elwë, del que la parte más importante vivió en Doriath tras el cerco, pese a que muchos se trasladaran a la zona norte, alrededor del lago Mithrim.

Dejando aparte a los pueblos de origen silvano, parece claro que los lenguajes de los elfos establecidos en Beleriand tuvieron una evolución paralela, dando así lugar al Sindarin o élfico gris, y que formaban una unidad política común, personificada en Elwë Singollo, llamado posteriormente Thingol, y Melian, la reina. Sin embargo, la situación permite establecer una serie de matices, que es preciso aclarar partiendo del primer momento.

Las lenguas élficas de Beleriand provienen en su totalidad del Telerin, que, como ha quedado dicho, comenzó a diferenciarse del noldorin y vanyarin antes de la Separación, o en los primeros años de la Marcha. Sin embargo, esta rama permaneció ajena a la etapa de aislamiento que sufrió el Telerin de Aman: los casi 1000 años solares que permanecieron en Tol Eressëa. Esto devino en una separación de modelos lingüísticos; mientras el telerin amanya mantuvo muchos de los esquemas linguísticos del élfico común, el sindarin tomó determinadas opciones muy innovadoras; esto hace que sean considerados como dos lenguajes independientes.

En el momento en que Feänor, tras su Exilio, puso el pie en Losgar, habían transcurrido tres mil quinientos años solares. Es obvio que no puede valorarse la evolución de los lenguajes élficos con los parámetros habituales; uno de los motores principales de la modificación de las lenguas humanas es el cambio generacional y las consecuencias que implica, y este factor tiene muy poca importancia tratándose de elfos; eran hablantes de sindarin algunos que habían conocido Cuiviénen, como Thingol o Cirdan. Por ello, tras un espacio de tiempo similar al que ha separado, en nuestros días, el gaélico y el castellano, las lenguas de Noldor y Sindar no habían borrado los rastros de su origen común, aunque sí se habían alejado en aspectos importantes. Se afirma que las lenguas de Aman habían permanecido muy estables por el influjo de las Tierras Bendecidas, mientras que del élfico gris se dice que "en el largo crepúsculo la lengua había cambiado junto con los cambios de las tierras mortales".

Se tiene constancia de distintas variedades dentro del sindarin; concretamente se habla de tres: el dialecto norteño de Mithrim, el occidental de las Falas, y el Doriathrin, o propio de la Tierra del Cerco. Es difícil saber cuál era la distancia real que existía entre ellos. Parece ser que el Doriathrin era parcialmente arcaico; mantiene el genitivo en -a que el sindarin perdió, no refleja el cambio vocálico en umlaut de los plurales, y mantiene una terminación plural "-in" que seguramente fue la original en sindarin, entre lo poco que puede decirse de la veintena de palabras que se conservan de la lengua de Menegroth. La razón principal para entender este arcaísmo del doriathrin es política; al ser el habla de la región donde habitaban Thingol y Melian, era de facto un "dialecto de corte", más apegado a las tradiciones y que deseaba conservar una cierta patina de antigüedad que le permitiera contrastar con los dialectos "populares" septentrionales. Sin embargo, sería necesario un estudio contrastivo más detallado para poder afirmarlo con seguridad, puesto que, junto a los fenómenos arcaizantes ya mencionados, hay datos que nos permiten ver en el doriathrin una evolución más rápida que el sindarin, como el nombre Dairon por Daeron.

Las referencias al habla de Hithlum son claras ("La lengua de los Mithrim era también un dialecto notorio"), a pesar de que no tengamos demasiados datos que nos permitan constatar tal realidad. Sólo conocemos una evolución fonética concreta que separa sindarin y sindarin norteño: el nombre Oromë había dado Araw entre los elfos grises, pero su forma en el Norte era Arum, de la misma forma que el paralelo de Hisílomë había sido Hithlum y no, como hubiera resultado siguiendo la evolución normal en sindarin, **Hithlaw. Esto apoya la validez de la idea de un dialecto norteño bastante separado del de Doriath, a pesar de que "ninguno de los dialectos del Sindarin difería lo suficiente para que la comunicación fuera imposible. Sus diferencias no eran mayores que aquellas que habían surgido entre el Quenya que hablaban los Vanyar y el que hablaban los Ñoldor en la época del Exilio".

Del posible dialecto de las Falas y del pueblo de Círdan se sabe muy poco; sólo tenemos la constatación de que los Eglain "se convirtieron en un pueblo algo separado de los Elfos interiores, y en la época de la llegada de los Exiliados su lengua era diferente en muchos aspectos". Pero no he conseguido encontrar ningún fenómeno lingüístico que les distinga del sindarin estándar. Nuevamente se hace necesario un análisis en profundidad de los pocos elementos que conocemos, comparándolos a la evolución normal de la lengua.

Pero esto nos pone frente a otro dilema. Se ha visto que el Doriathrin es un dialecto arcaico, y que también hay diferencias con los otros dos grupos; se sabe que en Beleriand, la gente se hizo "consciente de las crecientes diferencias del habla y otros asuntos entre los grupos de Elfos que vivían en lugares muy alejados en una tierra extensa y en su mayor parte sin senderos". Pero ¿hubo algo a lo que pudiéramos llamar "sindarin unificado"? Hemos visto que las diferencias entre estos dialectos no eran tan grandes como para impedir la comunicación, por lo que es difícil suponer que se sintiera la necesidad de crear una variedad global; entonces, ¿cuál es el punto de referencia desde el que se considera "arcaico" al habla de Doriath, "un dialecto notorio" a la de Mithrim, y "lengua muy diferente en muchos aspectos" a la de las Falas? Y ¿a qué variedad se refiere Faulklanger cuando afirma, en la sección "Doriathrin" de Ardalambion, que la canción de Lúthien parece ser "sindarin puro"? En definitiva: ¿cuál es el sindarin que aparece en la mayoría de las referencias, si no es el de Doriath, Mithril ni las Falas?

Desgraciadamente, la penuria en la que se encuentran los estudios sobre la lengua de Beleriand hace que la mayor parte de las aportaciones de este apartado sean más bien preguntas que respuestas; pero puede esperarse que esta situación se vaya superando con la publicación de los materiales aún inéditos y los trabajos críticos que posibilitarán.

Como curiosidad, quiero apuntar sólo las distintas explicaciones que se dan en diferentes textos élficos para explicar el nombre de "sindar", que como se sabe equivale a "los (elfos) grises". Son las siguientes: 1- Son elfos grises porque no son "Calaquendi", elfos de la Luz, pero tampoco "Moriquendi", elfos de la Oscuridad, pues han visto la Luz de los Árboles reflejada en la cara de Melian; 2- Su nombre les viene del apodo de su rey, Elwe Sindacollo o Elu Thingol, "Mantogris"; 3- El nombre fue creado por los Noldor tomando como base la nebulosa tierra septentrional de Hithlum, donde desembarcaron y donde conocieron a los primeros elfos grises; 4- Los elfos de esta tierra acostumbraban a confeccionar y vestir mantos grises que les ayudaban a esconderse; y 5- Era muy común entre ellos la aparición de cabellos plateados, como los que se sabe que poseían Thingol o Círdan. Es difícil decidir entre todas ellas. Sólo queda señalar que, por supuesto, el apelativo de "sindar" era el que utilizaron los noldor para referirse a estos pueblos; ellos no tenían un apelativo especial para distinguirse a sí mismos como conjunto, sino que usaban los propios de cada zona en la que residían: Iarthrim, Mithrim o Falathrim.

Sindarin y Quenya frente a frente

Con la llegada de los Exiliados a Beleriand comienza uno de los procesos más apasionantes de la sociolingüística de la Tierra Media: el primer cambio de lenguas ocurrido en una población élfica. Los noldor llegan hablando su quenya natal y, por diferentes procesos, abandonan en la práctica totalidad esa lengua y adoptan el sindarin de la población autóctona.

Los tres milenios y medio que habían separado a noldor y sindar habían creado una importante barrera entre ambos idiomas, aunque se reconocía su origen común. Se dice que los noldor "aprendieron" rápidamente el sindarin; y que para la Tercera Edad los Exiliados "habían adoptado el sindarin para el uso cotidiano".

Era difícil predecir este cambio. Se ha dicho que los noldor tenían en gran estima su propio lenguaje, que habían construído ellos mismos, y que lo preferían a cualquier otro; en comparación con el sindarin, era además una lengua de un gran prestigio, portadora de una sabiduría superior, y hablada por gente de mayor poder espiritual y fortaleza física. No habría extrañado que el cambio lingüístico se hubiera dado al revés, convirtiéndose el Quenya en lengua de Beleriand.

Pero hubo poderosas razones que lo impidieron. Algunas puramente demográficas: los elfos sindar superaban grandemente en número a los Exiliados; además, los reinos de los príncipes noldor se sostenían sobre huestes de elfos grises que se aliaron con ellos (se dice explícitamente que "en muchos sitios de la tierra los noldor y los sindar se fundieron en un solo pueblo y hablaron la misma lengua"). Otra razón fue la política: tras el edicto de Thingol, los sindar "se apartaron" de quienes hablaban quenya, con lo que contribuyeron a la marginación de ésta a usos privados y su transmisión sólo como lengua de cultura.

Por otra parte, la lengua de Thingol estaba adaptada a su entorno físico; tenía los términos más precisos para los elementos de naturaleza que se encontraban allí, por su autoctonía en Beleriand. Por ello era mucho más efectivo emplearla diariamente que no adaptar el quenya a la realidad de esa zona, por la misma manera que no hubiera sido lógico traducir al sindarin los poemas y narraciones que trataban del Reino Bendecido.

Esta conjunción de factores llevó a que el quenya sólo fuera hablado por las familias reales en sus usos privados, y quizás como lengua de gobierno en las conversaciones entre príncipes noldor. Sin embargo se mantuvo como lengua de conocimiento durante toda la Primera Edad. Quizás el único sitio donde pervivió como lenguaje vivo fue en Gondolin, que por su condición de zona aislada y por la importante presencia de noldor entre sus murallas pudo mantener una situación de bilingüismo, con una ligera preponderancia del quenya por razones políticas; esto explicaría que cuando detienen a Tuor ante sus puertas, se le advierte "primero en la Alta Lengua de los Noldor, que no conocía; y luego en la lengua de Beleriand, aunque con inflexiones algo extrañas, como las de un pueblo que hace mucho tiempo se separó de sus hermanos".

Así como en la lengua hablada el periodo de bilingüismo se resolvió con la adopción del sindarin, la onomástica tuvo al parecer dos momentos. Al principio, cuando el quenya se mantenía como lengua viva, se produjo un comienzo de traducción de los nombres sindarin a la Alta Lengua, como Hisilómë por Hithlum; pero pronto ocurrió el fenómeno contrario, y la mayoría de los nombres quenya de los Exiliados se fueron convirtiendo al sindarin, sea manteniendo el sentido (como Galadriel de Altáriel, traducción asumida seguramente en el tiempo en que vivió junto a Melian en Doriath) o simplemente modificando la fonética de los mismos (así tenemos Turgon de Turucáno o Aegnor de Aikánaro, que son simples deformaciones fonéticas para acercar los nombres a los usos lingüísticos del sindarin). Esta diferencia tiene una posible explicación, como se verá abajo.

Algunos de los casos son curiosos. Es conocido el caso de Gondolin, que fue fundada bajo el nombre de Ondolindë, "Canción de piedra", y que evolucionó al sindarin "Roca escondida", por medio de la etimología popular, que debe implicar un imperfecto conocimiento del quenya entre quienes lo adaptaron; y por otra parte, el nombre de Fëanor es una traducción incompleta de Fëanáro, pues mantiene la forma fëa (espíritu); la forma correcta hubiera sido Faenor.

Se da como razón del cambio en la onomástica el hecho de que los elfos "sintieron absurdo y desagradable llamar a personas vivientes que hablaban sindarin en la vida diaria con nombres en un modelo lingüístico tan diferente". Sin embargo, esta explicación no sirve para aclarar por qué cambiaron incluso los nombres de los hijos de Fëanor, que parece que mantuvieron su antigua lengua, y menos aún el nombre del propio Fëanor, que no llegó nunca a utilizar sindarin. Seguramente tengamos que buscar otra explicación, y es la de que los escritos por los que nos han llegado las hazañas de los noldor fueron creados por un monolingüe de sindarin, seguramente en Tol Eressëa tras la finalización de la Primera Edad, por lo que se decidió traducir posteriormente aún los nombres que habían mantenido su forma en Alta Lengua. De ahí proviene la diferencia entre los nombres adaptados en vida de sus poseedores, como el de Galadriel, traducido correctamente, y los nombres de personas que presumiblemente continuaron hablando quenya hasta su muerte, como los ya citados Turgon y Aegnor, que fueron traducidos según esta hipótesis por el autor del Quenta Silmarillion y que por esa razón sufrieron una adaptación defectuosa.

 

Éstas han sido las reflexiones que he querido poner por escrito con ocasión de la Estelcon de diciembre de 1998 en Valle (Sabadell). No aspiro, sin embargo, a que hayan sido todo lo certeras o ajustadas que hubiera deseado; me conformo si al menos han servido para promover el debate sobre las reglas internas del mundo de Tolkien, contribuyendo así a abrir alguno de los caminos que aún nos quedan por recorrer y que tantos frutos nos pueden dar para describir aspectos hoy aún desconocidos de los habitantes de Arda, y enriqueciendo más aún si cabe la realidad que nos regaló el maestro de Oxford.