EL PADRENUESTRO Y EL AVE MARÍA EN QUENYA
POR J.R.R.TOLKIEN:
Un análisis sintáctico y etimológico
Abreviaturas Bibliográficas
ETYM — Etimologías (LR:347-400)[Este análisis se publicó originalmente en Tyalië Tyelelliéva #18. Poco tiempo después, apareció otro análisis en Vinyar Tengwar #43. Los autrores de este último, fueron capaces de recuperar otros manuscritos de Tolkien que, ocasionalmente, arrojan cierta luz sobre algunos de los hechos más oscuros de los textos en Quenya. Se ha añadido aquí alguna información de ese artículo (entre llaves y en rojo). Por otro lado, el texto original que yo publiqué, permanece virtualmente inalterable. Aquellos que quieran comparar este artículo con el aparecido en Vinyar Tengwar pueden descargarse en PDF lo más relevante desde la URL: http://www.elvish.org/VT/sample.html]
J.R.R.Tolkien era un hombre creyente, cuyas creencias y pensamientos filosóficos acostumbraban a reflejarse en sus trabajos narrativos: “El Señor de los Anillos, es por supuesto y fundamentalmente, un trabajo religioso y católico”, apuntaba él mismo en 1953; “se hizo así inconscientemente al principio, pero absolutamente consciente en la revisión...” (Cartas:172). A pesar de ello, no existen referencias explícitas o directas al Catolicismo o al Cristianismo en LOTR, y de ninguna manera en El Hobbit ni el Silmarillion. Es bien conocido sin embargo, que Tolkien hizo una traducción al Quenya del Padrenuestro (Mateo 6:9-13). Esto no quiere decir no obstante que tuviera la intención de introducir dicha oración en su mundo inventado; las largas Edades de la Tierra Media superaban con creces supuestamente el contexto cronológico en el que se hallaba Jesús, con lo que hubiera sido históricamente imposible, incluso desde un punto de vista puramente ficticio. En lugar de ello, deberíamos ver esta traducción como una confirmación de su punto de vista: inventó los idiomas y después la historia, cuando esta última debía haber sido lo primero en buena lógica: “La invención de los idiomas es la base. Las ‘historias’ se crearon para proporcionar un mundo a los idiomas y no al revés. Se me ocurre un nombre y detrás llega la historia...” (Cartas:219).
Algunos sostienen que los idiomas de Tolkien se hallan intrínsecamente ligados a sus historias, que (literalmente), no tendrían sentido alguno fuera de la Tierra Media, los idiomas en sí mismos, no son más que invenciones de lo que podríamos llamar “arte literario”. Estos puntos de vista, parecen representar un intento de minimizar los esfuerzos de Tolkien, así como una profunda falta de reconocimiento hacia la infinita flexibilidad del Lenguaje. En cierta ocasión, el propio Tolkien definió modestamente a sus idiomas como “faltos de sentido” y como un “una afición insensata” (MC:239, Cartas:8), pero en realidad el sí conocía la naturaleza y el potencial de su trabajo: llegó a reconocer acerca de sus idiomas, que éstos “...tenían ciertos visos de realidad, puesto que los había creado completos y plenos...” (Cartas:175 —con el énfasis añadido—). Así pues, en principio podrían incluso usarse para traducir algunos textos, incluso si el texto como tal, no guardaba ninguna relación con la narrativa o el mundo inventados. De modo que Tolkien produjo al menos una traducción de este tipo: una versión en Quenya, no solo del Padrenuestro u Oración al Padre, sino también del Ave María. Ambos se escribieron de forma consecutiva y deben considerarse una sola obra. Éste es presuntamente, el único tributo rendido por Tolkien en uno de sus idiomas, a un texto que no era originalmente suyo.
¿Por qué tradujo Tolkien estas oraciones? Parece bastante improbable que usara las versiones Quenya en sus propias prácticas religiosas. En Vinyar Tengwar #32, donde Carl F. Hostetter y Patrick Wynne presentan su propia versión en Quenya de la Oración al Padre (hecha antes de que llegaran a ver la traducción de Tolkien), el propio Hostetter en su editorial hacia esta observación: “Las diversas traducciones de la Oración al Padre constituyen una larga tradición de textos representativos, utilizados en la comparación entre diferentes idiomas...” Dado que Tolkien aparentemente no tuvo nunca especial interés en publicar la Oración al Padre en Quenya, no parece que quisiera realmente establecer un “ejemplo general” del idioma. Más bien parece que no escribió esos textos por alguna razón profunda o trascendente, sino para su propia distracción o entretenimiento, lo que no debe tomarse sin embargo como indicativo de un comportamiento frívolo hacía esos importantes textos religiosos. La traducción era probablemente tan seria como importantes eran esas oraciones para Tolkien como católico.
Es difícil encontrar textos Quenya tan extensos. Si nos limitamos a considerar lo que pueda ser más o menos Quenya estilo LOTR, los únicos textos extensos (en oposición a ciertas palabras aisladas o a oraciones cortas o largas sin conexión), no pasan de tres o cuatro. Estos son Namárië en LOTR y RGEO 66:67, las postrera versión de La Última Arca un poema en MC:221-222, La Canción de Fíriel en LR:72, y El Juramento de Cirion en UT:305, 317. La Canción de Fíriel no es siquiera Quenya estilo LOTR, y El Juramento de Cirion consta tan solo de dos oraciones. La adición al corpus de las 73 palabras que componen el texto del Padrenuestro y el Ave María (que pueden incluso pertenecer a una etapa post-LOTR), debe ser considerado como un hecho importante que puede justificar un análisis bastante exhaustivo.
El análisis que se ofrece aquí se halla organizado en tres partes: La primera parte (relativamente breve), se limitará a la presentación de un texto para ser analizado. En este caso, los manuscritos de Tolkien son afortunadamente legibles e inequívocos, con tan solo algunos puntos poco concretos (como puede ser la distribución de los espacios). Intentaré justificar (resumidamente) el por qué prefiero ciertas lecturas, basándome a menudo en ejemplos de Quenya publicados con anterioridad.
En la parte siguiente: El Comentario Analítico/Sintáctico, enfrentaré a los textos con las versiones típicas en inglés y analizaré las versiones Quenya palabra por palabra, aunque siempre en el contexto del propio texto: así es como se señalarán las observaciones sobre las relaciones sintácticas.
El Comentario Lexico/Etimológico constituye la última y más extensa parte de este trabajo que proporciona estudios detallados sobre cada una de las palabras de forma individual, organizado todo ello alfabéticamente. Aquí, desarrollaré cómo esas palabras tienen relación con el material publicado anteriormente, e intentaré deducir la historia y la etimología que Tolkien imaginó para cada una de las palabras y elementos. A pesar de todo, esto no debe tomarse como un pequeño Diccionario Etimológico del Quenya; aun cuando a veces entraré en detalles excesivamente técnicos en el análisis de las palabras que podrían parecer excesivos, intentaré mantener la conexión con el texto en sí mismo.
Así, para hacer fáciles las referencias, junto al encabezamiento de la entrada citaré la palabra en la forma exacta en la que se halla en este texto, incluyendo cualquier terminación declinativa o pronominal (en cuyo caso se verán en la misma entrada, o en el caso de las terminaciones que aparecen repetidamente, se harán referencias cruzadas en la misma entrada con otras palabras que contengan ese sufijo). Ciertos sufijos que aparecen repetidamente en el texto, serán tratados no obstante en entradas separadas cuando se considere necesario, aunque no intento aquí ser completamente consistente acerca de estos detalles de presentación. Así por ejemplo, encontrarás entradas independientes para la terminación pronominal -mma nuestro, mientras que la terminación -lya tu se tratará en la entrada esselya tu nombre). El tratamiento de determinadas rarezas técnicas, se hará dentro del Comentario Léxico cuando se considere oportuno; así pues nos encontraremos en este texto con un estudio sobre los aoristos “raros” en la entrada de la palabra care, simplemente porque esta palabra proporciona una buena oportunidad de observar la formación del aoristo normal y su aparente desarrollo diacrónico. Mediante el uso de formas y palabras concretas que se hallan en los textos como punto de partida de este tipo de estudios, espero evitar que estos sean innecesariamente abstractos.
Al final se encuentra un Sumario en el que se enccuentra la mayoría de las conclusiones proporcionadas por este texto. Ahí, me introduciré en la perspectiva “práctica” y no académica: tiendo a ser cuidadoso con la necesidad que tienen algunas personas de escribir o componer en Quenya por ellos mismos, dado que muchos aspiran a ello, normalmente muy preocupados por mantener la estructura del sistema de Tolkien sin distorsionarla o diluirla.
La discusión que sigue conllevará extensas comparaciones con las más tempranas fuentes publicadas. Se hará referencia a ellas generalmente por el libro (especificado mediante las abreviaturas ya conocidas) y por la página. Sin embargo en el caso de dos fuentes concretas, me referiré a ellas simplemente por el nombre, sin más detalles. Estas son:
Namárië: También conocido como El Lamento de Galadriel, éste es, con mucho, el texto más largo escrito en Quenya, y aparece en LOTR-La Comunidad del Anillo-Libro II, casi al final del capítulo VIII (“Adiós a Lórien”); comienza con las famosas palabras: Ai! laurië lantar lassi súrinen...
La Alabanza de Cormallen: La Alabanza recibida por los Portadores del Anillo en el Campo de Cormallen, en LOTR-El Retorno del Rey-LibroVI-Capítulo IV (“El Campo de Cormallen”). Las partes a las que aquí nos referiremos, son éstas: Daur a Berhael, Conin en Annûn! ... A laita te, laita te! Andave laituvalmet! ... Cormacolindor, a laita tárienna! (SD:47). La primera exclamación es en Sindarin, las otras dos en Quenya. En Cartas:308, se nos facilita la siguiente traducción: “¡Frodo y Sam, príncipes del Oeste, glorifiquemos(los)!” – “¡Bendecidles, bendecidles, sean loados largamente!” – “¡Portadores del Anillo bendecidles (o alabémosles) a las alturas!”.
Nota: En todo lo que vamos a ver a continuación, se prefija un asterisco (*) sólo en el caso de formas u oraciones no comprobadas de forma genuina (las formas erróneas irán marcadas con un asterisco doble (**)). Las formas “primitivas” o ancestrales citadas o marcadas por el propio Tolkien y que él mismo marcó con asterisco, deben considerarse (con absoluta autoridad) como formas completamente “comprobadas”. Estas “reconstrucciones ficticias” no llevan asterisco, sino que simplemente vienen referenciadas como “primitivas” o “ancestrales”. Se establece aquí una diferencia entre formas y oraciones “no comprobadas” o “reconstruidas” marcadas con el asterisco (*), y palabras “deconstruidas” que van marcadas con el símbolo #. Este último se emplea en el caso de aquellas formas/palabras que no se han construido, sino simplemente se han aislado a partir de la forma comprobada, p.e.: #indóme voluntad, aislada de indómelya tu voluntad. No obstante, los meros afijos gramaticales aislados de la palabra principal, no se marcan generalmente ya que no aparecen en ningún lugar como palabras propiamente dichas; el símbolo # se usa sólo en el caso de las terminaciones que no se pueden aislar con absoluta garantía.
Aunque generalmente acostumbro a regularizar la ortografía de los idiomas de Tolkien, especialmente en mis propias composiciones, he conservado aquí la ortografía propia de las fuentes, con objeto de preservar la máxima pureza académica. Por consiguiente, encontraréis algunas inconsistencias en la ortografía entre k o c, q o qu, así como en el uso de las diéresis.
Tolkien escribió su texto en una hoja con membrete (con las palabras “Del profesor J.R.R.Tolkien, Colegio Merton, Oxford” en su encabezamiento). El texto de las oraciones no está escrito en caracteres modernos, sino en una especie de escritura medieval. Aparentemente, Tolkien se divertía dando a sus escritos el aspecto y “sabor” de “manuscrito ancestral”. Más concretamente, parece ser que imitó cierto estilo de escritura anglosajona. El hecho más peculiar de este estilo de escritura, es la forma de las letras s y r, que se parecen en realidad a las modernas r y p respectivamente (p.e.: las palabras sí, ar “ahora, y” en la mitad de la segunda línea desde el final están escritas de forma que un lector moderno podría confundirlo con “rí ap”). En lugar de las comas normales Tolkien emplea puntos, y los puntos y aparte figuran como los dos puntos modernos; no obstante, encontramos un punto final normal a continuación de la palabra emmen.
Basaré mi análisis en la siguiente lectura del texto de Tolkien:
Átaremma i ëa han ëa · na aire esselya · aranielya na tuluva · na care indómelya cemende tambe Erumande : ámen anta síra ilaurëa massamma · ar ámen apsene úcaremmar sív’ emme apsenet tien i úcarer emmen. Álame tulya úsahtienna mal áme e telehta ulcullo : násie : Aia María quanta Eruanno i Héru as elye · aistana elye imíca nísi · ar aistana i yáve mónalyo Yésus : Aire María Eruo ontaril á hyame úcarindor sí ar lúmesse ya firuvamme : násie :
En el manuscrito, las cuatro últimas palabras de una línea, están divididas por un guión, continuando la palabra en la siguiente línea: massa-mma, ú-sahtienna, món-alyo, firu-vamme. Parece que los guiones dividen a las palabras simplemente como única solución a la falta de espacio (en el caso de firu-vamme, el guión es bastante largo y elaborado pero, debido a que se halla incluido en un morfema, deducimos que esa no es una división normal).
El texto expuesto más atrás no es ciertamente la única lectura posible. La distribución de los espacios es indefinida, vaga; ëa han y as elye podrían perfectamente leerse como palabras completas (ëahan, aselye). [VT43 se decanta por la palabra aselye] Algunos acentos (que distinguen a las vocales largas) son indefinidos; y en caso de estar ahí, se confunden con los elementos descendentes letras superiores. Imíca puede leerse también como ímíca, con ambas i largas. Cuando leemos yáve con una á larga, es porque en todas las ocasiones en que aparece esta palabra en las otras fuentes, lleva esa a larga (yáve fruto por sí misma en LR:399; YAB- como la última entrada del apéndice del Silmarillion; y también yávië como otoño, cosecha en el apéndice D de LOTR). Podría existir un acento sobre la a confundido con la letra de encima; sin embargo y sin la confirmación de otras fuentes, yo leo yave [así figura tambien en VT43]
Á hyame podría perfectamente leerse como una sola palabra: áhyame, aunque yo personalmente prefiero leer la á separadamente, puesto que es una partícula imperativa y esta nunca se encuentra prefijada al verbo siguiente en ninguno de los ejemplos disponibles, encontrando á vala y no *ávala en WJ:404 [VT43 está de acuerdo conmigo en leer á hyame]
El manuscrito por sí mismo proporciona pistas definitivas sobre su fecha. Dado que está escrito en papel del Colegio Merton, no puede ser anterior a 1945 (año en el que Tolkien se trasladó de Pembroke a Merton). La caligrafía del texto Quenya es asimismo interesante: vemos repetidamente la c en lugar de la k, y la palabra quanta “lleno” proporciona un ejemplo de qu en vez de q. Los estudiosos de los idiomas de Tolkien sabrán que en el período pre-LOTR, Tolkien usaba continuamente q y k en lugar de qu y c (incluso el nombre del propio idioma fue “Qenya”). Diversas pistas filológicas se ofrecen más adelante en el Comentario Léxico, y parecen concluir que este texto no es más moderno que los apéndices de LOTR (ver en particular la entrada de la palabra ilaurëa, concerniente al elemento aurë). Esto nos lleva a 1955 o incluso más tarde, aunque no después de 1959-60 (cuando un determinado hecho fonético encontrado en las Etimologías de los ’30 y olvidado aparentemente en el texto que tenemos delante, fue reinstituido: ver la entrada care en el Comentario Léxico). La palabra #massa (en vez de masta) pan apunta también a los ’50; ver la entrada massamma. En lugar de encontrarnos con la palabra ontaril madre, engendradora, podríamos habernos esperado algo como *nostaril, según los cambios “de último minuto” realizados por Tolkien en el volumen final de LOTR (SD:73); esto sugeriría que nuestro texto recoge (¿ligeramente?) este cambio “del minuto”. Si datamos este texto en 1955, probablemente no nos equivoquemos demasiado. Pudiera ser algo anterior, pero no mucho: la palabra ëa que aparece en este texto, no entró en la mitología de Tolkien antes de 1951 (ver LR:388, MR:7,31, donde aparece Ëa, Eä, como el nombre del Universo). La palabra #ála “no hacer”, incorpora a -la como el elemento negativo “no”, aunque posiblemente un poco después de la publicación de LOTR, Tolkien se “deshiciera” de ese elemento (ver VT42:32). Lo reintrodujo en los últimos años de su vida, aunque este texto es ciertamente anterior a 1970. Considerando todo esto, parece bastante improbable que Tolkien hiciera estas traducciones antes de 1951 y después de 1955.
No está del todo claro que estas tradicionales palabras de la plegaria en inglés se correspondan exactamente con el texto Quenya, aunque ciertamente comienza con las palabras “Nuestro padre que está...”: Átaremma “nuestro Padre”, de #átar “padre” (otras fuentes citan atar, con una a corta) + -mma “nuestro, de nosotros”, con una vocal conectora -e-, deslizada entre el nombre y la terminación con el fin de evitar un grupo imposible de consonantes. La terminación -mma, denota un “nosotros” exclusivo; átaremma no se usa con el significado de “nuestro padre” cuando sus hijos hablan de él entre ellos mismos (eso sería *átarelma), sino cuando se están dirigiendo a un colectivo que no se cuenta entre “sus hijos”: en este caso, es el propio padre el que debe dirigirse a ellos. i “quien”, pronombre relativo. ëa “es, existe”, han una palabra desconocida hasta ahora, que con arreglo al resto de palabras de la oración debe corresponder a la preposición “en” (aunque no se parece en nada a la palabra habitual que define “en”: mi). Ver el Comentario Léxico en el que se desarrolla esta palabra. [En VT43 se argumenta que han significa “más allá”.]
La segunda ëa correspondería a “cielo”. Si este es un nombre, debería de ser considerado en igualdad con Ëa, el conocidísimo nombre en Quenya del Universo creado, a pesar de que en el texto no aparezca con mayúscula inicial. Esta palabra es una elección sorprendente a la hora de definir “cielo”; Tolkien no la usó cuando tradujo “tu voluntad sea hecha tanto en la tierra como en el cielo” unas pocas líneas después. Si han es una preposición, parecería una manera de describir la situación de Eru con respecto a Eä, y para clarificar algo el sentido de la oración, Eru debería en cierto sentido estar en Eä. ¿Quizá han se pueda traducir entre líneas como algo parecido a “trascendiendo”? En qué sentido preciso Eru está presente en Eä, representaba ya un cierto misterio incluso para los habitantes de la Tierra Media, como se desprende de la Athrabeth Finrod ah Andreth (MR:322 “¿Cómo podría Eru entrar en algo que Él ha hecho [Eä], estando Él más allá (por encima) de las mayores medidas?... Él ya está en ello... y también fuera de ello... Puede que de esa manera, Eru esté presente en Eä que a su vez procede de Él”). Por supuesto, cuando intentamos interpretar la traducción de un texto que pertenece a nuestro mundo y no al inventado por Tolkien, intentando cosechar información de su mitología, podemos llegar a situaciones como esta. Quizá Tolkien quiso simplemente decir algo como *“nuestro Padre quien está en (?) el Universo”. Debemos tener en cuenta sin embargo, que existe un antiguo texto Gnómico que parece tener la preposición han “sobre” (ver la referencia en la entrada del Comentario Léxico que está más adelante). Si ese es aquí el significado de han, Tolkien debió rehacer la frase “quien está en el cielo” hacia “quien está por encima del Universo”, quizá es que la gente que habitaba en sus mitos no concebía el cielo como “una residencia divina” (Cartas:204; además la entrada Erumande en el Comentario Léxico).
Otra interpretación, incluso más ingeniosa, podría ser que Tolkien no quisiera decir “quien está en el cielo”, sino que hiciera referencia a otra frase básica de la Biblia, la de la autodefinición de Dios “Yo soy El que soy” o “Yo soy Quien Yo soy” (Exodo:3:14; en hebreo `ehyeh `asher `ehyeh). ¿Reconstruyó Tolkien la primera línea de la plegaria, queriendo darle el significado de *“Nuestro Padre Quien es El que eres”?. Esto nos permitiría considerar a ëa como un verbo en sus dos apariciones. Si es así, han podría haber significado algo como *“que” o *“lo cual, lo que”. Esta teoría sin embargo parece difícil de mantener, incluso dejando de lado el hecho de que un católico devoto tendría dificultades para aceptar una reconstrucción así de una frase tan importante del Padrenuestro. Si i ëa han ëa quiere significar *“quien es lo que tu eres”, el segundo ëa debería incluir una terminación pronominal de segunda persona (probablemente -lye), aunque no hay ningún sufijo presente. Es más: una interpretación de este tipo, requeriría que ëa se usara como cópula (como ná), y los pocos ejemplos disponibles no invitan a pensar eso. El verbo ëa (también eä) puede traducirse como “es”, aunque no tenemos ejemplos de su uso conectando a un sujeto con un nombre o adjetivo; el significado preferido sería “existe”, ya que así lo tradujo Tolkien al menos en una ocasión (VT39:7). En el Juramento de Cirion (UT:305-317), tenemos la oración i Eru i or ilye mahalmar ëa “El Único quien está sobre todos los Tronos”: Eru existe en su posición sublime; or ilyë mahalmar “sobre todos los Tronos”, puede ser aquí una frase adverbial en lugar de un predicado. Independientemente de cómo se interprete la sintáxis, este ejemplo indica que se usa ëa en vez de ná como “es”, cuando un sujeto está siendo conectado a una frase preposicional que denota posición. Así pues, parece más razonable admitir que Átaremma i ëa han ëa, es otro ejemplo de esto mismo y que, leído casi entre líneas, su significado será algo como *“nuestro Padre quien está en Eä” (aún cuando el significado exacto de han, que de alguna manera hemos tomado como preposición, permanece aún incierto como una especie de relación especial entre Eru y Eä). [VT43 tiene i ëa han ëa con el significado de “quien está más allá de Eä”, lo que evidentemente, no es una traducción directa de “quien está en el cielo”. Si esta es una interpretación correcta, es sorprendente que el segundo ëa no lleve la inicial en mayúsculas: Ëa o Eä, como identificación de un nombre propio.]
Átaremma i ëa han ëa nos proporciona un nuevo ejemplo del orden de las palabras que se usa en una frase relativa. Aquí tenemos: SUJETO + PRONOMBRE RELATIVO + VERBO + FRASE PREPOSICIONAL. Por otro lado en la frase i Eru i or ilyë mahalmar eä, del Juramento de Cirion, se invierte el orden del verbo y de la frase preposicional, colocando el verbo al final (como ocurre con frecuencia en las frases relativas del alemán, aunque en el Juramento de Cirion el verbo eä no es exactamente el final; hay un adverbio siguiéndole: tennoio “para siempre”). Ejecutando el orden de las palabras que encontramos en el Juramento de Cirion, tendríamos *Átaremma i han ëa ëa, siendo el primer ëa un nombre (Ëa, el Universo), y el segundo un verbo “es, existe”.
Quizá el Juramento de Cirion lleve un orden normal de las palabras, y la Oración use una forma alternativa para evitar dos ëa seguidos. De cualquier forma en un idioma en el que las declinaciones son tan importantes como en el Quenya, el orden de las palabras acostumbra a ser bastante libre. Podemos advertir que la única oración relativa que hay en Namárië (con las palabras tellumar, yassen tintilar i eleni, literalmente: “cúpulas cuales en brillan las estrellas” (RGEO:66-67)), lleva el verbo tintilar “brillar, reflejarse, centellear”, siguiendo inmediatamente al pronombre relativo ya “cual” (declinado en plural locativo: yassen). Esta cita pertenece a la versión en prosa de Namárië en RGEO; la versión poética de LOTR no lleva el nombre tellumar “cúpulas” inmediatamente delante del pronombre relativo, pero el verbo aún va siguiendo inmediatamente al pronombre relativo. El mismo orden se conservaría en Átaremma i ëa... “nuestro Padre quien está...”. Parecería que el Quenya no dispone de un orden definido de las palabras en una oración relativa, aunque típicamente, el verbo puede ir inmediatamente detrás del pronombre relativo, como ocurre en las frases Átaremma i ëa..., y tellumar, yassen tintilar.
La palabra na parece ser una partícula optativa (esto es, una partícula que indica que la oración debería tomarse como un deseo y no como algo definido o establecido), aire “santo” (visto en aire María “santa María”, en el texto del Ave María), esselya “tu nombre” (ver esse “nombre” + -lya “tu”). La oración al completo, se interpretaría como *“sea santo tu nombre”, con na como imperativo “sea” (en LR:374 se cita a NÂ2- como el radical del verbo “ser” en Quenya), y quizá esta fuera la construcción que intentaron los antiguos Eldar originalmente, aunque de ser así, na debió evolucionar después más allá del mero imperativo “sea”. Con objeto de clarificar los dos ejemplos siguientes (ver más adelante), creo que lo mejor será interpretar aire esselya como una oración nominal: “bendito [es] tu nombre” (veremos varios ejemplos más de este tipo de oraciones en este texto), con lo cual esta oración declarativa podría transformarse en una oración o un deseo, mediante la sustitución de la partícula na: “que tu nombre [sea] bendito”.
aranielya “tu reino”: #aranie “reino” + -lya “tu”, na: partícula optativa denotando un deseo, tuluva “vendrá”: verbo tul- “venir” + la terminación de futuro -uva. Dejando aparte el estilismo, en el texto Quenya se lee algo como “tu reino deseo-que [ello] vendrá”. A diferencia de la traducción clásica del texto de esta oración, que se limita a expresar el deseo de que el reino llegue sin término temporal alguno, en la versión Quenya queda muy claro que el advenimiento del Reino de Dios es un evento futuro (como se indica con la forma verbal futura tuluva). Contrasta con el tiempo aoristo empleado en la traducción de “tu voluntad sea hecha” que veremos más adelante, la cual no da a entender que se espera un hecho futuro, sino simplemente constata que la voluntad de Dios se cumple siempre, independientemente del tiempo.
na, partícula de deseo, care verbo aoristo “hace” (¡sin un sujeto explícito!), indómelya “tu voluntad” (#indóme “voluntad, deseo” + -lya “tu”), cemende “(como?) en la tierra”. Este es un caso desconocido hasta ahora o una forma adverbial. Podría seguramente tener la misma función que la bien conocida terminación de locativo -sse (que aparece también en el texto un poco más adelante). La palabra básica es cemen “tierra”, así que la terminación podría ser #de (una forma así, solo podría seguir a palabras terminadas en -l, -r, o como en este caso en -n; de no ser así, se formaría un grupo imposible de consonantes (o en el caso de añadirse ese sufijo a palabras terminadas en vocal, una igualmente imposible á intervocálica). Puede que la terminación fuera #-nde reducida a #-de al añadirle una palabra terminada en -n. También podría tratarse de un tipo de comparativo, indicando que cemende se compara a Erumande (ver más adelante). En el “Qenya” temprano, aparece una terminación -ndon significando “como”; es posible que -nde sea una reencarnación de ella (ver la entrada cemende en el Comentario Léxico para más detalles). [En VT43, se sugiere que la terminación -de, sería un alomorfo de la terminación locativa -sse, o de su versión más corta -se. Parece que Tolkien jugueteaba con un sistema que tenía esta terminación como -ze o -de siguiendo a ciertas consonantes como -n y -l. Este desarrollo fonético no está demasiado en concordancia con el sistema que él mismo usaba en todas partes; lo normal es que cemen+-se,se hubiera convertido en cemesse, y no en cemende.]
tambe “como”, usado evidentemente para comparar con algo que no se halla cerca del orador; compárese con sív’ más adelante, aparentemente significando “como” cuando se compara con algo próximo al hablante (para más detalle de ambas palabras, ver el Comentario Léxico más adelante). Erumande “(como?) en el cielo”, una forma mucho más peculiar que incluye Eru “Dios”; ver el Comentario Léxico. Incorpora evidentemente la misma terminación locativa o comparativa que cemende, y como quiera que sabemos que este último corresponde a la forma nominativa cemen, el nominativo de Erumande debería ser en buena lógica #Eruman. Como la terminación también puede ser #-nde, otro posible nominativo sería #Eruma. [VT43, da por hecho que la forma más simple es Eruman.]
Esta línea sugiere que Tolkien basó su versión Quenya de la oración en el esquema típico inglés de las palabras, en lugar de hacerlo en el esquema de las versiones en griego o en latín. En el texto en griego de Mateo 6:10, el esquema que se usa es: “como en el cielo, así sobre la tierra” (hôs en ouranôi kai epi gês; al igual que en latín sicut in caelo et in terra). La inversión “en la tierra como en el cielo” es sin embago la usual en las versiones inglesas (existe incluso una traducción en Inglés Antiguo: on eorthan swa swa on heofenum), y por lo visto ésta fue la que Tolkien trasladó al Quenya.
La línea comienza con la última comprobación de la partícula “desiderativa” na en este texto, y podemos resumir las reglas sintácticas que se refieren a ella, de la siguiente manera: la partícula se usa para expresar un deseo (o quizá sea ya una oración) acerca de lo que le ocurre (u ocurrirá) a un objeto, o lo que un sujeto hace (o hará). Si el orador desea que el sujeto reciba o posea las cualidades descritas por un adjetivo, la sintáxis deberá ser: PARTICULA+ADJETIVO+SUJETO (na aire esselya *“deseo-que bendito [es] tu nombre” = “bendito sea tu nombre”). Si el orador desea que un sujeto haga algo, la sintáxis será: SUJETO+PARTICULA+VERBO FINITO en el tiempo adecuado: Aranielya na tuluva *“tu reino deseo-que [ello] vendrá”. Si el orador quiere expresar lo que desea hacerle a un objeto, la sintáxis es: PARTICULA+VERBO FINITO+OBJETO: Na care indómelya *“deseo-que [alguien/alguno] haga tu voluntad”. Esta última es la construcción más interesante; la posición del sujeto, simplemente está vacia. Esto nos hace recordar el sistema del Adûnaico, en el que cualquier forma de pasivo es sustituida por un “sujeto en acusativo” (SD:439; en otras palabras: la construcción “pasiva” consiste básicamente en omitir simple y llanamente el sujeto real, definiendo al agente de la oración!) Puede que en el Quenya se usen regularmente verbos sin sujeto, que en otro idioma necesitarían al menos de un sujeto impersonal como “alguien” (Advirtamos que Tolkien de vez en cuando “desliza” algún pronombre de tercera persona en singular cuando traduce verbos como los aorisos, p.e.: take “él es rápido” en LR:389, de TAK-, aunque no se encuentre explícitamente el elemento pronominal que correspondería a “él”. Quizá podría también tomarse como un verbo impersonal *“alguien corre rápido”. Si fuera así, na care indómelya no sería en realidad una consrucción sin sujeto: una cierta forma etérea e impersonal de sujeto es inherente a esta forma del verbo, aunque solo se percibe cuando su función no es compartida por otro sujeto explícito). En Quenya, probalemente estuviera permitido deslizar un sujeto explícito en la posición habitual y decir (por ejemplo): *na ilquen care indómelya, “deseo que alguien haga tu voluntad”. Esto no implicaría nada más dramático que la fusión de los patrones comprobados: SUJETO+PARTICULA+VERBO FINITO y PARTICULA+VERBO FINITO+OBJETO a SUJETO+PARTICULA+VERBO FINITO+OBJETO. [VT43 no considera la posibilidad de una construcción sin sujeto; na care indómelya, aparentemente y según esa publicación, debe ser considerada una suerte de imperativo: “¡Haz tu (propia) voluntad!”]
ámen, imperativo = partícula á con el pronombre dativo #men “a nosotros, para nosotros”, sufijado directamente (evidentemente #me es “nosotros, nuestro” con la terminación dativa -n añadida), anta radical verbal “dar”, que conectando con la partícula imperativa de la palabra anterior produce la forma imperativa “¡da, dános!”. El objeto indirecto de esta frase, es la forma dativa #men, con lo que tenemos “da (a) nosotros”. síra “este día, hoy” (una forma algo sorprendente, ya que lo normal hubiera sido *síre; ver el Comentario Léxico). ilaurëa “diariamente, diario” (il-aurë-a, “cada día/a diario/diariamente”). massamma “nuestro pan” (#massa “pan”+-mma, terminación pronominal que define al “nuestro exclusivo”, como en Átaremma en la primera línea).
ar “y”, ámen la partícula imperativa á combinada con el pronombre dativo #men “a/por nosostros”, igual que antes. apsene radical del verbo “perdonar”, conectando con la partícula imperativa y el pronombre dativo sufijado para producir una frase con el significado de “perdónanos”. Advirtamos que lo que en inglés sería el objeto directo del verbo “perdonar”, en Quenya es el onjeto indirecto: el objeto directo en Quenya es evidentemente la materia que está perdonada, mientras que el objeto indirecto (el objeto dativo) es la persona que es perdonada. Esto queda evidenciado por la siguiente palabra: úcaremmar “nuestros pecados”, que está fomada por #úcare “pecado, falta, ofensa” + la terminación -mma del “nuestro exclusivo” + la terminación plural -r (Sería menos probable la construcción #úcar “pecado, falta, ofensa” + una vocal conectora e + el resto de terminaciones; pero veremos úcaremmar en el Comentario Lexico). sív” “como”, forma elisiva de *síve (perdida la vocal final -e al comenzar también en e- la siguiente palabra — aunque no existe una regla inquebrantable de que este tipo de elisiones deban ocurrir allá donde dos vocales iguales se sigan una a la otra, como sería el ejemplo de na aire esselya, en lugar de en *na air’ esselya, aunque las preposiciones y partículas, sin énfasis, pueden ser más susceptibles de sufrir la elisión que cualquier otro tipo de palabras). Aparentemente *síve significa “como”, cuando los oradores quieren compararse con algo próximo a ellos; ver más adelante la nota sobre tambe y *síve. emme pronombre enfático, “nosotros exclusivo” (el “nosotros” enfático contrastando con “aquellos que pecan contra nosotros”). apsenet probablemente *“perdónales”, tiempo aoristo con el sufijo pronominal -t “ellos” como objeto directo. Este es uno de los dos únicos ejemplos publicados de un verbo recibiendo una terminación pronominal y denotando solo al objeto, y el verdadero primer ejemplo de un verbo finito con este tipo de terminación (el otro ejemplo es un infinitivo: karitas “hacerlo” VT41:13, 17). En todos los demás ejemplos conocidos, las formas verbales que incluyen un sufijo pronominal denotando el objeto, tienen también un sufijo denotando el sujeto, este último precediendo al primero. Un ejemplo que implica a la misma terminación -t “ellos” como en apsenet, nos lo proporciona La Alabanza de Cormallen que lleva andave laituvalmet “grandes alabanzas a ellos”. En este caso la terminación -t “ellos”, va precedida por -lme- “nosotros”: objeto y sujeto respectivamente. Emme apsenet “nosotros les perdonamos” podría verse como una “reforma” de *apsenemmet, el sujeto siendo expresado como un pronombre independiente en vez de como un sufijo, ya que “nosotros” es enfático, aunque la terminación -t “ellos” permanece sufijada al verbo. tien aparentemente un pronombre dativo “(para) ellos” o “(a) ellos” (el dativo de te; ver el Comentario Lexico). Este podría ser el objeto indirecto del verbo “perdonar”, al ir tien seguido por la oración relativa “quien peca contra nosotros”; está claro que el pronombre dativo denota a los que son perdonados. Como ya hemos observado, el objeto indirecto (dativo) en Quenya de “perdonar” denota a los que son perdonados, el objeto directo al tema en el que se perdona: ámen apsene úcaremmar “perdónanos> [#men objeto indirecto] nuestros pecados [úcaremmar, objeto directo]”. La -t sufijada al verbo “perdonar” en emme apsenet, debe igualmente ser el objeto directo “nosotros les perdonamos”, pero de nuevo, este “les”, debe referirse a las cosas que son perdonadas en lugar de a la gente que es perdonada: la gente se denota con el objeto dativo independiente tien. Aparentemente Tolkien usó el esquema *“perdónanos nuestros pecados como nosotros les perdonamos/para beneficio de aquellos [tien, dativo] que pecan contra nosotros”. i, pronombre relativo “quien”, úcarer verbo “pecar”: tiempo aoristo con la terminación plural -r (Basándonos en otros ejemplos, también podríamos haber visto *úcarir, y probablemente también *apsenit en lugar del apsenet visto anteriormente — ver care en el Comentario Lexico: Observando la formación del aoristo, vemos que Tolkien estaba en cierto tipo de fase “no ortodoxa” cuando escribió este texto, si lo comparamos tanto con lo que había escrito antes como con lo que hizo después). emmen “contra nosotros” (exclusivo). Este es el pronombre emme (comprobado anteriormente en la oración) con la terminación dativa -n, nuestro primer ejemplo de un pronombre enfático con terminación de caso. Es también nuestro primer ejemplo de un dativo usado para definir un objeto indirecto afectado adversamente por la acción verbal; de ahí pues, la traducción “contra nosotros” en lugar de “a/para nosotros”. Todos los ejemplos comprobados anteriormente de dativos usados para definir objetos indirectos se veían beneficiados por la acción verbal, p.e.: nin “para/por mí” en la oración sí man i yulma nin enquantuva? “¿ahora quién [me] rellenará la copa/quién volverá a llenar[me] la copa/quién rellenará la copa para/por mí?”, en Namárië (Por lo que respecta a la gramática, tien i úcarer emmen podría interpretarse probablemente como **“aquellos que pecan por/para nosotros”; el contexto deberá ser tenido en cuenta a la hora de determinar con exactitud como debe entenderse el dativo).
Vemos de nuevo a Tolkien basando la versión Quenya de la oración en las traducciones inglesas, en lugar de en el texto en griego de Mateo 6:12 que se lee: tois opheiletais hemôn “nuestros deudores”, en lugar de la frase larga y enrevesada “aquellos que pecan (o faltan) contra nosotros”, forma por otro lado, muy típica en las traducciones inglesas.
Sobre tambe y *síve: A ambas palabras se les da el significado de “como”, aunque aparentemente no puedan ser intercambiables. En na care indómelya cemende tambe Erumande “tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo”, la palabra “como” apunta a un lugar lejos de los oradores (literalmente a todo lo que pueda conocerse como “cielo”). Por otro lado, en la oración sív’ emme apsenet tien i úcarer emmen “como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros”, la palabra “como” hace referencia a la situación de los oradores mismos. Así pues, la diferencia aparente debe encontrarse en la distancia existente entre el orador y la cosa o situación a la que este se refiere. Por ejemplo:
*Caruvalmes síve queni sinome oi acárier ta, “lo haremos como siempre lo ha hecho la gente en este lugar,”
*ar lá tambe carintes i ostosse. “y no como lo hacen en la ciudad”.
El primer “como” se refiere a una situación cercana al orador; el otro, a una situación que no está cercana al orador. Evidentemente, es posible que pudieran usarse palabras neutras con la función de “como”; sería el caso de ve que valdría tanto para sív[e] como para tambe (al llevar ambas incluida la forma ve; ver el Comentario Léxico), aunque no es menos cierto que Tolkien introdujo en el Quenya la posibilidad de realizar ciertas sutiles distinciones que el ingés no permite. Al ser el Quenya en muchos aspectos, la lengua por excelencia en la mitología de Tolkien, el idioma de los Altos Elfos del Reino Bendito, no nos puede sorprender que quisiera enriquecerlo y dotarlo de sutiles matices.
(El texto Quenya no lleva el “y” inicial) Álame es la partícula imperativa á con una negación sufijada #la “no”, seguida por otro sufijo, el ya familiar #me “nos”, apareciendo aquí sin la terminación -n del dativo: es un objeto directo, no indirecto. tulya es el radical del verbo “llevar, conducir”, que combinado con álame forma la frase imperativa “no nos lleves”. úsahtienna “en/dentro de la tentación”: claramente #úsahtie “tentación” + la terminación -nna del alativo “a, dentro de”. mal “pero, sino” (completamente diferente del resto de palabras confirmadas con el mismo significado). áme: la partícula imperativa á + el pronombre sufijado #me “nos”. etelehta es el radical del verbo “liberar, librar”, conectando con áme para formar una frase imperativa: “libranos”. ulcullo “del mal”, incorporando la terminación -llo del ablativo “de/del”; el nombre “mal” que puede identificarse tanto con #ulcu como con *ulco del radical #ulcu- (ver el Comentario Léxico). Es concebible que esta palabra pudiera significar “el maligno” (el demonio), en lugar de “el mal” en abstracto. La frase en griego tou ponerou podría traducirse de ambas maneras, y algunas versiones modernas se inclinan por “Sálvanos del maligno” (Mateo 6:12 en La Biblia de Jerusalen, de la que el propio Tolkien tradujo una mínima versión en Cartas:378). En Efesios 6:14-16, la mayoría de las traducciones hechas de tou ponerou, hacen referencia al demonio: “mantente en tu sitio... siempre llevando el escudo de la fe, que podrás usar para defenderte de las flechas ardientes del maligno”. No podemos tener la certeza del significado preciso que Tolkien quiso atribuir a #ulcu (o *ulco): “mal” o “maligno”. La forma de la palabra en sí misma, sugiere la última posibilidad, pero por el contrario, si no se trata de un abstracto, lo lógico sería que hubiera llevado el artículo i “el” a fin de expresar “el maligno”, a menos que se tratara de un nombre propio: El Maligno, en cuyo caso debería haber aparecido en mayúsculas.
Algunas versiones de la oración introducen una doxología al final: “Para ti es el reino, y el poder, y la gloria, para siempre. Amén.” (Mateo 6:13, Crónicas 1, 29:11 y Revelación 4:11). No obstante, estas palabras no aparecen en algunos de los manuscritos griegos más antiguos: los textos griegos modernos (como los preparados por Wescott/Hort o la edición Alan) los omiten sistemáticamente. De toda esta doxología espúrea, Tolkien tan solo incluye el “Amén” final en su versión en Quenya de la oración: násie que probablemente signifique “esto es [así]” (ver el Comentario Léxico). Evidentemente habrá que dar por hecho que el texto traducido por él era genuino. Desde un punto de vista lingüístico, podemos rechazar la omisión de la doxología, más teniendo en cuenta que hubiera sido interesante ver como Tolkien manejaba el pronombre posesivo independiente “tuyo” (¿nos hubiera confirmado la siempre hipotética forma *elya?).
Podemos resumir aquí la sintaxis relativa a la partícula imperativa á. El Padrenuestro nos proporciona cuatro ejemplos: ámen anta “dános”, ámen apsene “olvidanos/nuestras”, áme etelehta “líbranos”, y (con la negación -la- y la terminación pronominal -me sufijadas) álame tulya “no nos lleves”. A estos ejemplos podemos añadir á hyame de “rogar”, en el Ave María (ver más adelante). En el último ejemplo vemos a la partícula imperativa por sí misma, sin sufijos, al igual que en la oración á vala Manwë “que Manwë lo ordene” (o literalmente *“gobierne Manwë”), en WJ:404. La partícula aparece también sola en su variante corta a, en la oración de la Alabanza de Cormallen: A laita te, laita te “alabadles, alabadles”.
El verbo que sigue a la partícula imperativa á (en solitario o bien con negaciones/pronombres sufijados), aparecerá como un radical indeclinable. Anta, etelehta, tulya, son ejemplos de radicales-A o verbos derivados (que debe ser también el caso de vala “reglar, ordenar” en á vala Manwë). Por otro lado, apsene y hyame parecen representar verbos básicos, cuyo componente esencial sería una raíz desnuda sin terminación verbal alguna sufijada, como podría ser -ta o -ya (en apsene podríamos tener un elemento prefijado a la raíz, pero eso es irrelevante). Este tipo de verbos, añaden una -e (que representa evidentemente a la primitiva -i corta), cuando el verbo aparece con un radical infinitivo o indeclinable. Á hyame! “¡ruega!”, puede compararse con la frase áva kare! en WJ:371: “una forma más larga áva... que parece una combinación de la partícula imperativa *á, usada normalmente como el negativo imperativo “¡no!”, usado igualmente solo o con un radical verbal indeclinable, como áva kare! ” — una orden negativa: “¡no lo hagas!” (WJ:371). En este caso, kare cuenta como “radical verbal indeclinable” del verbo kar- “hacer”, que representa por sí mismo a la raíz desnuda KAR- (LR:362). La negación (áva en vez de á) no afecta a la sintáxis; se podría perfectamente “saltar” entre los ejemplos comprobados á hyame y áva kare, produciendo *áva hyame! “¡no ruegues!” y *á kare! “¡haz!”. Los radicales verbales indeclinables coinciden en forma con ciertos pasados: un radical-A como anta- al igual que los radicales infinitivos hyame y kare, podrían también tomarse como ejemplos de aoristo. Sin embargo, cuando van precedidos por la partícula imperativa á (o sus formas negativas áva, ála), este tipo de formas deben tomarse como infinitivas o indeclinables.
Las versiones en Quenya del Padrenuestro y el Ave María, revelan algo nuevo acerca de la partícula imperativa: que atrae con suma facilidad a los elementos pronominales. El pronombre denotando al objeto de la frase imperativa (en acusativo para el objeto directo y en dativo para el indirecto) puede ir sufijado directamente a la partícula imperativa, ante el verbo siguiente. Así pues, tenemos por ejemplo áme etelehta “líbranos”, ámen anta “dános/da [a] nosotros”. Sin embargo la oración a laita te “alabémosles” en LotR lleva el pronombre siguiendo al verbo. Se puede aceptar que te “ellos” podría también en este caso haber sido sufijado a la partícula imperativa, así que “¡alabémosles!” podría expresarse como *Áte laita! “hagámosles alabanzas”. A la luz de este ejemplo de LotR deberemos aceptar que los pronombres pueden colocarse tras el verbo también en el texto que ahora nos ocupa: *á anta men “danos”, *á apsene men “perdónanos”, á etelehta me “líbranos”, *ála tulya me “no nos lleves”. Esto puede tener algo que ver con el hecho de que en la gramática Quenya un pronombre corto haciendo funciones de objeto directo o indirecto, no pueda sufijarse al verbo (lo que resulta prácticamente imposible en el caso de los objetos directos/indirectos en dativo), con lo que típicamente, el pronombre se halla delante del verbo —incluso cuando el orden de palabras preferido fuera sujeto-verbo-objeto y no sujeto-objeto-verbo. Comparemos este tipo de construcciones en francés, como je t’aime, aunque en francés el orden suele ya ser normalmente sujeto-verbo-objeto y no sujeto-objeto-verbo; el equivalente en Quenya puede encontrarse en LR:61: Inye tye-méla “te amo”, con tye “a ti/tú” prefijado al verbo en lugar de siguiéndole. Incluso en Namárië (la versión en prosa incluida) encontramos si man i yulma nin enquantuva? para decir: “¿ahora quién me volverá a llenar la copa?”; advirtamos que el pronombre dativo nin aparece ante el verbo, aunque su equivalente “para mí” en la traducción literal iría tras él (“ahora quién volverá a llenar la copa para mí”). Parece ser que cuando van colocadas ante el verbo, este tipo de pronombres cortos se adhieren a algunas partículas precedentes cuando estas existen. Para aclarar algo del texto que estamos tratando, quizá deberíamos usar un imperativo: “¡relléname la copa/rellena la copa para mí!”, lo que probablemente sería algo como *ánin enquante i yulma!, con nin “para mí” sufijado directamente a la partícula imperativa.
Aia “Salve, Hola” (la forma alternativa más reciente de aiya), María “María” (la forma Quenya está basada en la pronunciación latina, como Yésus = “Jesús”), quanta “lleno/a”, Eruanno “de gracia” (evidentemente el genitivo de *Eruanna “gracia”, o literalmente *“Regalo de Dios”. Este ejemplo muestra que “lleno/a de”se interpreta a veces como quanta + genitivo. Este uso del genitivo nunca ha sido comprobado) [En las versiones más antiguas en Quenya del Ave María, se utiliza el caso instrumental: VT43:26,27.].
i artículo “el”, Héru “Señor” (otras fuentes tienen Heru con una e corta), as “con”, elye “ti” (o “tu” al igual que ocurre en Namárië; sabemos poco acerca de qué casos rigen las preposiciones Quenya en general, el acusativo o el nominativo). Deberemos tener en cuenta que no existe aquí una palabra Quenya equivalente a lo que sería el verbo “ser” de la traducción. Probablemente hubiera sido posile deslizar cierto tipo de palabra (ante una frase preposicional denotando una posición, podría haber servido ëa en lugar de ná: *i Héru ëa as elye), aunque es claramente innecesario. Ésta es una oración nominal, la palabra “está” se sobreentiende. Muchas de estas construcciones no son ajenas al material publicado anteriormente: en LR:47 tenemos ilya si maller raikar “*ahora todos los caminos [están] inclinados”, Vahaiya sín atalante, traducida por el propio Tolkien como “lejos [está] ahora la Caída”, donde el parentético “está” indica claramente que esta cópula no se halla directamente expresada en Quenya (SD:247). Puede ser que las oraciones nominales sin una cópula explícita sean en Quenya más normales que excepcionales.
Como se ha visto más atrás, sería posible leer aselye (como una sola palabra). En ese caso, sería mejor considerar la preposición as “con” + la terminación pronominal -lye “tú” (“a ti” en el contexto que nos ocupa), con una vocal conectora -e- insertada ante la terminación, con el fin de evitar un grupo imposible de consonantes (tal y como aparece la -e- ante otra terminación pronominal en el caso mismo de Átar-e-mma). De forma alternativa, la preposición podría ser #ase, con la e siendo parte de ella. De todas maneras, éste sería el primer caso conocido de una preposición con una terminación pronominal. Existen sin embargo, ciertos argumentos en contra de leer aselye como una sola palabra. Por un lado tendríamos a una s intervocálica, que en condiciones normales debería pronunciarse como z, convertida posteriormente en r, con lo que deberíamos ver algo como **arelye (Dado que no sabemos nada acerca de la etimología de #as(e) “con”, es por supuesto absolutamente posible que en la antigüedad fuera *aþ(e), ya que la s procedente de þ, en ningún caso sufre la variación z > r; ver la entrada nísi en un ejemplo del Comentario Léxico más adelante. Sin embargo esto parecer una teoría ad hoc). El otro argumento en contra de la lectura de aselye, es que el Quenya, por lo que sabemos, no añade sufijos pronominales a las preposiciones, aunque parece que solo tenemos un ejemplo que confirme ese punto: en Namárië en su versión en prosa en RGEO:67, donde las consideraciones métricas no se tienen en cuenta tenemos imbë met con el significado de “entre nosotros”. Si los pronombres independientes hubieran sido sustituidos por las correspondientes terminaciones pronominales siguiendo a las preposiciones, hubiéramos tenido *imbemmet (?).
[Sin embargo, VT43 cita ejemplos de preposiciones Quenya que llevan terminaciones pronominales. Sigue siendo un misterio el por qué se pierde la s en beneficio de la r.]
aistana “bendito/a” (evidentemente del verbo #aista- “bendecir” + la terminación de participio -na), elye “tú” (forma enfática), imíca “entre, de entre”, nísi plural de nís “mujer” (con arreglo a las demás fuentes, el plural debería ser nissi; ver el Comentario Léxico). Al igual que en la oración i Héru as elye “el Señor [es/está] contigo” que hemos visto antes, no figura el verbo sino que esá sobreentendido.
ar “y”, aistana “bendito/a” como en la anterior estrofa, i “el”, yáve “fruto, mónalyo “de tu vientre”? #móna “vientre” + la terminación pronominal -lya “ti, tuyo” + la terminación de genitivo -o “de” desplazando a la -a final (al igual que ocurre con Vardo como genitivo de Varda en Namárië), Yésus “Jesús”. De nuevo el verbo “es” se sobreentiende; no hay cópula entre aistana y yáve. Advertir que yáve recibe el artículo i, aunque está también gobernado por un genitivo que podría ser suficiente si no determinante. Otros ejemplos parecen indicar que el hecho de incluir o no el artículo es inconsecuente en el significado cuando el nombre está también regido por un genitivo; en cualquier caso el artículo se considerará determinado. La frase i yáve mónalyo presenta el mismo patrón que i Equessi Rúmilo “los dichos de Rúmil” en WJ:398; el artículo está incluido. Por otro lado, Indis i-Kiryamo “La Esposa del Marino” en UT:8 omite el artículo ante indis “esposa”, aunque queda todo bastante definido mediante el genitivo posterior; no parece significar “una esposa del marino”. Hay una cuestión que permanece sin respuesta: ¿Estaría permitido incluir el artículo si el genitivo precediera a la palabra a la que gobierna (definiendo un posible o incluso preferente orden de las palabras; ver más adelante), o las construcciones *mónalyo i yáve, *Rúmilo i Equessi, *I Kiryamo i Indis serían consideradas erróneas al tener en nuestro idioma las traducciones: “de tu vientre el fruto”, “de Rúmil los dichos”, “del marino la esposa”?
Aire “Santa”, María “María”, Eruo “de Dios” (Eru + la terminación genitiva -o), ontaril “madre”, o más literalmente *“engendrador” con una terminación femenina. A diferencia de la frase del párrafo anterior i yáve mónalyo, aquí el genitivo va ante el nombre al que gobierna: Eruo ontaril es literalmente “de Dios madre/engendradora” en ese orden preciso. Anteriormente hemos estudiado los numerosos ejemplos comprobados de los órdenes opuestos, con el genitivo siguiendo a su nombre. Es interesante comprobar que mientras en la versión “poética” de Namárië figura rámar aldaron “las alas de los árboles”, en la versión en prosa en RGEO:66 había aldaron rámar. Tolkien trasladó el genitivo desde la posición posterior con respecto a su nombre, hacia la anterior. Evidentemente cuando se trata de una prosa normal, el orden preferido es este último, aunque abundan las excepciones.
á hyame “rogar, rezar”, siendo á la partícula imperativa y hyame un verbo indeclinable con el significado de “rezar, orar, pedir, rogar”. La forma rámen constituye una de las palabras más oscuras y desconocidas de este texto. Significa evidentemente “por nosotros”, y con ese significado, lo normal hubiera sido encontrarnos con un pronombre dativo terminado en #men, comprobado ya en varias ocasiones anteriores (de forma accidental sufijado a veces a la partícula imperativa á). Es bastante seguro que en rámen pudiera estar incluido #men, pero, ¿qué significa el prefijo #rá-? Parece superfluo darle el significado deseado. Posiblemente pudiera tratarse de una forma especializada del dativo, significando algo como *“de nuestra parte”, pero sigue siendo un misterio para nosotros el verdadero impacto semántico que pudiera tener esta palabra [Ver la entrada rámen en el análisis Etimológico para mayor detalle]. úcarindor “pecadores”, #úcarindo “pecador” con la terminación r del plural. La palabra significa literalmente *“hacedores de maldad”; ver el Comentario Léxico. En UT:317, Tolkien establece una regla gramatical que dice que “en Quenya, en el caso de dos nombres declinables en aposición, solo se declinará el último”. Aparentemente, esta regla de “la última palabra declinable” no se aplica cuando un pronombre y un nombre se hallan en aposición. El caso dativo está por supuesto indicado mediante la terminación -n como elemento final de rámen, y úcarindor “pecadores” (en este caso en aposición con el pronombre rámen “por nosotros”), aparece en nominativo y no en dativo plural (que sería *úcarindoin con arreglo a la declinación de Plotz).
sí “ahora”, ar “y”, lúmesse locativo de lúme “hora”, ya “cual”, firuvamme *“moriremos” (fir-uva-mme “morir-(futuro)-nosotros”. La terminación -mme representa un “nosotros exclusivo”, la forma natural a usar aquí, ya que el destinatario de la frase no se encuentra incluido en “nosotros”, que consta de un grupo determinado (nosotros los pecadores), haciendo una petición a alguien que no está en ese grupo (María, la que se mantiene sin pecado entre los católicos), y no a otro pecador ajeno a ese grupo. En referencia a lúmesse ya firuvamme, diremos que esas palabras Quenya significan en realidad *“en [la] hora que nosotros moriremos”; Tolkien no tradujo al inglés literalmente como “en la hora de nuestra muerte” (el equivalente Quenya literal hubiera sido *i lúmesse qualmemmo). La construcción lúmesse ya firuvamme puede verse como un acortamiento del “sintácticamente completo” *lúmesse yasse firuvamme “en [la] hora en la cual moriremos”, con el pronombre relativo ya recibiendo la terminación locativa (ya con la terminación locativa plural -ssen, se halla comprobado en Namárië de LotR, que tiene yassen con el significado de “en que” refiriéndose a la palabra plural oromardi “altas estancias”). Como quiera que esta construcción “plena”, podría percibirse como algo embarazoso al aparecer la terminación locativa en dos palabras consecutivas, se usa ya “que, cual” con el significado de “que” en frases como “el año que nos trasladamos” (en lugar de “el año en el cual nos trasladamos”). Al igual que el Padrenuestro y el Ave María terminan con un násie “amén” o *“así sea”.
En resumen podemos decir que el Quenya de Tolkien que se representa en el Padrenuestro y el Ave María, proporciona algunas nuevas ideas aunque sigue habiendo ciertos misterios. El “extraño” nuevo locativo o quizá comparativo ejemplificado por las palabras cemende y Erumande, cuyo mejor destino sería el olvido por parte de los escritores, al menos hasta que esté mejor comprendido: Los escritos de Tolkien aún no publicados, en el caso de que estén alguna vez a disposición de los estudiosos, podrían arrojar más claridad sobre ese caso [Según VT43, esa -de sería un alomorfo de la terminación locativa regular -ssë, aunque sospecho que esta terminación más corta, no fue la última idea de Tolkien en su evolución. Para más claridad, los escritores probablemente deberían usar la terminación -ssë, ante la que se haría necesario insertar una vocal conectora.] Lo mismo sirve para la preposición (?) han de significado incierto [Parece ser que han significa “más allá”, aunque creo que para ese significado sería más apropiada la preposición pella.] De esa forma, el vocabulario Quenya conocido podría enriquecerse con una serie completa de palabras nuevas, la mayoría de las cuales no nos dejarían a oscuras: aistana “bendito, santo”, #ála imperativo “no hacer”, #aranie “reino”, #apsen- “perdonar” (con el objeto directo en el asunto perdonado, y el dativo en la persona perdonada), as “con”, etelehta- “liberar, librar”, *Eruanna “gracia” considerada como “don divino”, ilaurëa “diariamente, cada día” (adjetivo), imíca “entre”, #indóme nombre “voluntad” [según VT43:16 indóme significa “‘imprimir carácter’ usado también como ‘la voluntad de Eru’”], mal “pero”, #móna “vientre”, na partícula optativa, násie “¡amen! ¡así sea!”, la extraña forma rámen “?por/para nosotros, ?en nuestro nombre”, síra “hoy”, sív[e] y tambe significando ambos “como” (el primero comparando a algo cercano y el último haciéndolo con algo lejano o remoto), tien como dativo de te “de/a ellos”, tulya- “dirigir, llevar”, las tres palabras relacionadas: #úcare “pecado, ofensa”, úcar- verbo “pecar, ofender” y #úcarindo “pecador, malhechor”, #ulcu “mal, maldad” como nombre [podría ser también ulco, ulcu-}, #úsahtie “tentación”. También está nísi como un plural no ortodoxo de nís “mujer”; el plural nissi es el que figura en otras fuentes (tanto el más antiguo como el más moderno están en el texto que nos ocupa), y probablemente sea el más recomendable.
Más de diez de las palabras citadas cubren significados para los que antes no teníamos traducción en Quenya. Algunas de ellas podrían, tras un profundo examen, formar nuevas entradas de vocabulario: si hemos analizado correctamente la palabra násie “(así) es esto”, deberíamos ser capaces de aislar la palabra #sie con el significado “este/esta/esto” y aplicable a una situación (p.e.: *i Elda carne sie “el Elfo hizo esto”); la palabra sina que conocemos de la frase vanda sina “este juramento” del Juramento de Cirion (UT:305,312) podría ser tan sólo adjetival, modificando a otra palabra que no apareciera necesariamente por sí misma como en “el Elfo hizo esto” [De nuevo ciñéndonos a VT43, sie podría ser el adverbio “así”; ciertamente esta palabra tenía ese significado en una fuente posterior. Sin embargo, sie = ”así pues” también podría ser una palabra muy útil que los escritores a menudo han echado de menos. Sie podría usarse como “así”. En lo que se refiere a “este/esta/esto”, es posible que sin se usara por sí misma y sina como modificador adjetival: Elda sina carnë sin “este Elfo hizo esto”.]
Este texto confirma lo que la palabra massánie “portador/dador de pan” sugiere en PM:404: en los ’50 Tolkien habría decidido que la palabra Quenya con el significado de “pan” era #massa y no masta como en algunas fuentes anteriores. Por supuesto ambas formas podrían haber convivido perfectamente en el idioma, aunque en las Etimologías, masta es tanto el nombre “pan” como el verbo “cocer” (LR:372 s.v. MBAS-). Así pues, podremos usar masta “cocer” y #massa “pan” para evitar posibles confusiones o formas ambiguas.
Algunas palabras tienen un valor especial para los escritores. Imíca con el indiscutible significado de “entre” es una bienvenida adición a nuestro vocabulario, porque aunque ya disponíamos de imbë “entre”, no es exactamente lo mismo. La nueva palabra mal “pero”, no añade nada a nuestro vocabulario porque ya teníamos nan (o nán, ná), pero es preferible mal debido a que aparece en una fuente que ciertamente es muy posterior a las que nos proporcionaron el resto de palabras con ese significado, pareciéndonos además (como ya dijimos) mucho menos ambigua que sus alternativas (incluyendo la forma nó aparecida en VT41:13, aunque según LR:379 s.v. NOWO- nó es también el nombre “concepción”, y en una determinada oración, nó incluso se asemeja a la preposición “ante”; ver VT41:18). El verbo tulya- “dirigir, llevar” es también útil; hasta ahora solo teníamos tulta- “reunir”, y aunque ambas palabras significan básicamente “hacer venir”, la primera tenía la limitación de referirse tan sólo a movimientos dirigidos hacia el lugar donde se hallaba el orador. Otra palabra muy útil es as “con” en el sentido de “junto con”. Durante mucho tiempo no ha estado nada claro cual era en realidad la palabra Quenya que significaba “con”. Personalmente he usado y recomendado yo; en WJ:407 aparece como prefijo en la palabra yomenie (leida *yomentie?) “encuentro, reunión” (de tres o más viniendo de direcciones diferentes). Creemos descubrir una comprobación distinta de yo en SD:56, en uno de los variados bocetos del Juramento de Elendil: yo hildinyar, quizá con el significado de *“con mis herederos” (la versión final en LotR, volumen 3, libro 6, capítulo V, lleva simplemente ar hildinyar “y mis herederos”). Aunque personalmente pienso que yo podría ser una palabra Quenya con el significado de “con”, al menos en determinadas etapas del desarrollo evolutivo de Tolkien, la mejor opción es sin duda la nueva palabra as, la que mejor refleja el significado requerido (Más aún: yo podría resultar ambigua en cierto modo, ya que podría ser también el genitivo de ya “cual”: *yo = ”del cual, de quien”. El locativo yassen “en donde, en cual” que aparece en Namárië, demuestra que el pronombre relativo ya puede llevar terminaciones de caso).
Por parte de los estudiosos de los lenguajes de Tolkien, serían muy bienvenidas algunas nuevas acerca de los pronombres, ya que existen aún partes demasiado oscuras en la tabla de los pronombres Quenya. De momento, podemos suprimir el asterisco que iba junto a emme como pronombre enfático correspondiente al “nosotros exclusivo”, así como el de la terminación relacionada -mma correspondiente al “nuestro exclusivo”. Estas formas ya se han deducido, aunque resulta sorprendente ver tien como pronombre dativo “a/para/por ellos”; parece confirmarse que te “ellos” representa a *tai (el mismo tien desarrollado a partir de *taien, según esta teoría).
Es interesante ver que el prefijo et- “irse, salir”se amplia a ete- allá en donde de otra manera se produciría un grupo imposible de consonantes, como en etelehta- “liberar, dejar marchar”. Me he preguntado a veces como podría combinarse et- con una palabra como lelya- “ir” (WJ:362), ya que *etlelya- no es una palabra posible en Quenya. Aunque de hecho personalmente me he inclinado por algo como **eltelya- con metátesis, parece que “salir fuera” sería algo así: *etelelya-.
El verbo úcar- “pecar” no solo es válido porque rellena una laguna de nuestro vocabulario, es que además nos proporciona un ejemplo del prefijo negativo ú- usado con un verbo: se concreta la idea de algo falso o malo (car- “hacer” > ú-car- “hacer lo malo, pecar”). Algunos, como Nancy Martsch en su primer Qenya Básico, asumieron que la ú- prefijada a los verbos se usaba como la negación “no”. Estoy seguro de que esa idea no está falta de fundamento; sabemos que ú- se usaba así en Sindarin (como ocurre en el Linnod de Gilraen, en LotR, Apéndice A: ú-chebin estel anim “No he guardado esperanza para mí misma”, o literalmente: *“No guardo esperanza para mí”, el verbo *hebin [en este caso lenitivo: chebin] con el significado aparente de *“Yo guardo”). Ya hemos visto otra comprobación Quenya de ú- como prefijo negativo en La Canción de Fíriel, en donde úye parece ser la forma negativa de ye “es” (LR:72: úye sére indo-ninya “mi corazón no descansa” o más literalmente: “mi corazón no está descansando”) No obstante, La Canción de Fíriel no es completamente Quenya estilo LotR, y el hecho de que el verbo úcar- signifique “pecar” en vez de “no hacer” (ver car- “hacer”) parece indicar que deberíamos evitar el uso de ú- como prefijo negativo en los verbos (Puede sin embargo, usarse en el caso de los adjetivos: únótimë “innumerable”, “incontable” [sic] en Namárië). Si queremos construir verbos negativos, debemos utilizar otros mecanismos; la solución más recomendable sería usar simplemente la partícula independiente lá “no” (LR:367 s.v. LA-). Esta palabra se halla comprobada aquí mismo como parte de la orden negativa #ála “no hagas”.
Los textos también nos surten de nuevas ideas acerca de la gramática y sintaxis Quenya. Es interesante observar como se construye el imperativo de un verbo “básico” como #hyam- “orar”: el verbo recibe la terminación -e (reflejando la terminación de un radical i-: hyame = *hyami-), y la partícula imperativa á se coloca delante de él, produciendo á hyame = “¡ora!, ¡reza!”. El sistema usado largo tiempo por muchos escritores (yo incluido) para construir el imperativo de los verbos de ese tipo, está basado en la simple adición de la terminación -a. Esto estaba en concordancia con los ejemplos ela! “¡mira!, ¡vigila!” y heka! “¡sal!, ¡márchate!”, que figuran en WJ:362,364. Incluso sería posible que “¡reza!” fuera simplemente *hyama!. Sin embargo, la construcción con una á además del radical terminado en -e sea quizá lo más razonable. Pudiera ser que Tolkien entendiera a ela! y heka! como formas viejas y fosilizadas. Después de todo, en el mismo ensayo en el que figura ela! aparece también ejemplificada la forma “negativa” de la misma construcción de imperativo (en la frase áva kare! “¡no [lo] hagas!” en VJ:371; esto podría corresponder a una orden positiva como *á kare! “¡haz[lo]!”. En el caso del ejemplo á vala “mandato” (en WJ:404 no está como **á vale), se puede aceptar que vala- es en sí mismo un radical-A y por consiguiente, no deberá tomar la terminación -e (p.e.: la tercera persona del aoristo sería vala en lugar de **vale). El imperativo de un verbo básico como tir- “mirar, vigilar” debería ser *á tire! en vez de **á tira!, aunque podría igualmente ser posible un imperativo más corto como *tira! paralelamente a las formas ela! y heka! anteriormente descritas.
Estos textos revelan también otra cosa acerca de las construcciones de imperativos en Quenya: La partícula imperativa á puede recibir sufijos pronominales que denoten al objeto de la oración (el objeto directo en acusativo o el objeto indirecto en dativo), como en áme etelehta “libranos”, ámen anta ... massamma “da (a) nosotros ... nuestro pan” (“nosotros” está denotado por el sufijo #me-, #men). Lo mismo vale para la forma negativa de la partícula imperativa #ála (como en álame tulya “no nos dejes”). Presumiblemente, áva, la última variante de Tolkien con el significado de “no”, también podría recibir terminaciones pronominales que denotarían al objeto de la prohibición.
Otra parte de las ideas sobre el comportamiento de los sufijos pronominales, sugiere incluso que los verbos finitos pueden llevar terminación pronominal denotando un objeto, que no tiene porque ir precedido por otra terminación denotando al sujeto (apsenet “[nosotros] les perdonamos”). El ejemplo recientemente publicado karitas “hacer[lo]” (VT41:13,17), demostró que los infinitivos pueden recibir terminaciones de objeto, y esto debe ser tomado ya como un hecho real en cuanto al comportamiento de dichos verbos. En todos los ejemplos anteriores de verbos incorporando una terminación pronominal denotando al objeto, van precedidos por otro sufijo pronominal que denota al sujeto (p.e.: una palabra de La Alabanza de Cormallen: laituvalmet “nosotros [-lme] les alabaremos a ellos [-t]”). Los escritores que optan por añadir terminaciones pronominales a los verbos deberían asegurarse de no crear confusión entre las que definen al objeto y las que lo hacen con el sujeto; de no estar seguros lo mejor es emplear pronombres separados o independientes en lugar de terminaciones.
La frase quanta Eruanno “llena de gracia” representa un uso hasta ahora desconocido del genitivo. Podría seguramente usarse también en contextos más mundanos, p.e.: *yulma quanta neno “una copa llena de agua” (nén, nen-). La idea subyacente es probablemente el uso del genitivo en el sentido de “concernir, afectar a...” (como en Quenta Silmarillion “la Histora de [= acerca/sobre/concerniente a...] los Silmarils”. Así tendríamos: quanta Eruanno = “llena [en lo que se refiere a...] gracia”, y *quanta neno = “lleno en lo que se refiere al agua”. Sería interesante saber si el caso genitivo se puede usar también adverbialmente, en conexión con el relacionado verbo quat- “llenar” (WJ:392), con lo que una oración como “el Elfo llenó la copa con aguamiel [miruvórë]”, podría expresarse como *i Elda quantë i yulma miruvórëo (con el genitivo indicando la sustancia usada para “llenar” al objeto directo. Si no es este el caso, probablemente se debiera usar el instrumental: *miruvórenen). Incluso es posible que el genitivo pueda usarse no solo con quanta “llenar, lleno”, sino también con su antónimo lusta “vaciar, vacio”; p.e.: *lusta neno “vacio de agua”.
La partícula de deseo na, abre ciertas ideas de expresión que la primera partícula conocida nai no cubría. En todos los ejemplos conocidos, nai expresa un deseo que debe ser cumplido en el futuro, y que solo afecta a lo que un sujeto espera hacerle o que le ocurra a un objeto: Nai hiruvalyë Valimar! “¡Ojalá [que] encuentres Valimar!” (Namárië), nai tiruvantes *“[ójala] que lo guarden” (Juramento de Cirion). Mientras que esta permanece como una importante e inmutable fórmula Quenya de deseo, la partícula na es más flexible. Se puede usar para conectar adjetivos y nombres (na aire esselya “santificado sea tu nombre” o literalmente: *“deseo-que santo [es] tu nombre”). (Posiblemente, esto mismo podría expresarse así: *nai nauva esselya aire, aunque esto dejaría el cumplimiento del supuesto deseo para el futuro). Na puede usarse en referencia a un deseo que el sujeto cree que se hará realidad en el futuro, aunque no se necesita de ningún objeto involucrado: Aranielya na tuluva “tu reino viene” o “deseo que tu reino vendrá” (redefinido a partir de la declaración ya establecida “tu reino vendrá”, insertando simplemente la partícula “de deseo” delante del verbo). Seguramente, esto mismo podría haberse expresado también mediante la fórmula “tradicional” *nai aranielya tuluva (aunque todos los ejemplos comprobados con esta fórmula requieren de un objeto además del sujeto). Es de una importancia relevante la peculiar construcción na care indómelya, aparentemente: *“deseo-que [uno, alguien] hace/haga tu voluntad”. No sólo nos muestra que na puede usarse con otros tiempos además del futuro (care parece ser un aoristo), sino que indica también que esta fórmula se puede emplear para expresar un deseo acerca de lo que debe hacerse a un objeto, sin necesidad de mencionar a sujeto alguno. Efectivamente, tenemos varias opciones.
La forma aistana “bendito”, parece decirnos que aunque los verbos derivados o los de radical-A, acostumbran a formar sus participios pasados terminados en -ina (como en hastaina “estropeado”, MR:254, 408), puede ser mejor usar la terminación más corta -na cuando la forma resultante podría de otra manera tener un diptongo -ai- en dos sílabas concomitantes: así pues, **aistaina no sería posible (Otros verbos para los que esta puntualización podría resultar importante, serían: laita- “alabar, adorar”, naina- “lamentar”, taita- “prolongar”, vaita- “envolver”, cuyos participios pasados serían: *laitana, *nainana [?], *taitana, *vaitana. Algunos otros verbos conteniendo ai, como faina- “emitir luz, iluminar”, parecen ser intransitivos por sus significados y sus participios pasados no tendrían probablemente mucha significación). En lo referente al verbo que subyace en la forma aistana cf. #aista- “bendecir”, éste parece desbancar al aista- “temer” que figura en las Etimologías (LR:358 s.v. GÁYAS-), aunque como hemos dicho antes, la última derivación debió ser la misma. Con el significado de “temer”, los escritores han utilizado más asiduamente el verbo #ruk- procedente de una fuente post-LotR (la primera persona del aoristo es en WJ:415 rukina “yo siento miedo o terror”, se define como construida con “de” (¿caso ablativo?) en función al “objeto temido”). Con el significado de “bendecir, alabar” teníamos ya laita-, aparecido en La Alabanza de Cormallen, aunque como hemos sostenido, por su etimología sería más bien *“magnificar” (Cartas:308, ver también el correspondiente nombre verbal en Erulaitalë “Alabanza de Eru”, como el nombre de un festival Númenóreano: UT:166,436). En un sentido estrictamente religioso y para expresar “bendito” en oposición al mero “alabado” o “magnificado”, #aista- debería ser a partir de ahora nuestra elección más clara.
Estos textos no proporcionan mucha más información acerca del verbo “ser” en Quenya (¡eso sería lo que desearíamos: saber más de él!), aunque se puede apreciar que el imperativo “¡sé, sea!” parece ser na (ver más atrás). Si i ëa han ëa significa algo como *“quien está en el cielo (Ëa)”, o incluso: *“quien está por encima de Ëa”, se confirmaría que deberemos usar ëa en lugar de na con el significado de “es/está”, cuando hagamos referencia a una “posición” (ver i or ilyë mahalmar ëa “quien está sobre todos los tronos” en El Juramento de Cirion). Es interesante observar sin embargo, que las oraciones nominales sin una cópula explícita, están aparentemente muy permitidas e incluso habituales: i Héru as elye “el Señor [es/está] contigo”, aistana elye “bendita [eres] tu”, aistana i yáve mónalyo “bendito [es] el fruto de tu vientre”.
Hay aquí también algunas lecciones académicas (más que prácticas). Las traducciones del Padrenuestro y el Ave María demuestran como Tolkien podría haber “redefinido” ciertas formas que ya se habían publicado, con lo que quedaban libres de los posibles conflictos ocasionados por sus revisiones emprendidas con posterioridad (conflictos que hubieran sido inevitables si hubiera mantenido las explicaciones que dio en un principio). Aquí, aire se usa repetidamente como “sagrado”; la primera parte del compuesto airetári “santidad” se traduce igualmente como “sagrado, santo” en LotR. En una fuente muy posterior, Tolkien establece sin embargo que aire es “el nombre ‘santidad’”, y que el adjetivo “santo” debería ser más bien aira (PM:363-364). Podemos ver ahora que esto no era lo que originalmente pensó; cuando al principio escribió airetári su intención era que aire significara simplemente “santo”. La puesta en marcha de las subsiguientes reexplicaciones y racionalizaciones pudo haber sido una revisión de la fonética diacrónica posterior a LotR (o quizá los restos de una revisión que ya era válida en el último período de la concepción de LotR): cuando Tolkien decide definitivamente que el cambio de la corta terminación primitiva *-i se convierte en -e en Quenya, solo al “final” de las palabras y no normalmente en otras posiciones ni siquiera por analogía, hace frente al hecho de que la forma ya publicada airetári debería haber sido *airitári. En el caso del (evidentemente relacionado) carnemírie, Tolkien lo cambió a carnimírie en la versión revisada de LotR (1966), aunque airetári siguió con esa forma y se reinterpretó más tarde.
Si tuviera que corregir este texto para convertirlo en algo aproximado a un Quenya “de intención final”, tanto como puede aproximarse actualmente y comoquiera que se pueda hablar de las “intenciones finales” del propio Tolkien, debería cambiar úcarer por *úcarir (basándome en el ejemplo karir que figura en WJ:391); todo esto da de lleno nuevamente en la cuestión de si el cambio -i por -e debe hacerse extensivo a otras posiciones por analogía, o no. Por la misma razón, quizá debiera leer también *apsenit en lugar de apsenet. Debería cambiar también el raro plural nísi “mujeres” por nissi, que es la forma que podemos ver en todas partes (incluidas las fuentes posteriores a la traducción del Ave María).
Si además deberíamos leer *Atáremma en vez de Átaremma, o incluso Heru en lugar de Héru, es difícil de decir; formas como éstas deberían ser fácilmente reconciliables con lo publicado hasta ahora. [Aparentemente, Tolkien cambió también el elemento pronominal del “nosotros/nuestro exclusivo” -mm- por -lm-, un cambio que queda reflejado en la segunda edición de LotR: incorporando esa revisión, habríamos leído: *Átarelma, *massalma, *úcarelmar, *elmen, *firuvalme, en lugar de Átaremma, massamma, etc.] Pero, incluso así, las traducciones de Tolkien del Padrenuestro y el Ave María, permanecerán como ejemplos significativos y remarcables del Quenya tal y como él imaginó el idioma de los Altos Elfos, en el tiempo en el que se publicó LotR.